Socorristas en tiempos de desastre: Comentario 29 de Noviembre del 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
<<Ante
una embestida tan grande del demonio, que suscita violencia y muertes en todo
el mundo, Dios no puedo quedar indiferente. Aunque permita esa acción
diabólica, fruto de los pecados de los hombres, tiende la mano a los
arrepentidos, llamando a mujeres y a hombres a sembrar valores, a llevar la
paz.
En
todas partes, hay grupos de cristianos, que experimentan la presencia del Dios
de amor y la comparten con los demás.
Estos
tiempos calamitosos exigen santos que curen las heridas del corazón de millones
de personas. Gracias a Dios siguen habiendo jóvenes y adultos, que forman
comunidades fervorosas, que difunden la alegría que brota del evangelio. Hay
también comunidades de religiosas y religiosos que, dejando la propia familia,
cultura y comodidades, están sirviendo a poblaciones de África y Asia,
necesitadas de todo.
La
sociedad mundial hundida en la opresión, injusticias, violencia, hambre y
desesperación, busca quien le pueda brindar un aliento de vida.
La
congregación de los institutos de Vida Consagrada y la Sociedad de Vida
Apostólica, escribía el 02 de Febrero a todos los llamados por el Señor a
consolar a su pueblo: “En un mundo de
desconfianza, desaliento y depresión; en una cultura en donde hombres y mujeres
se dejan llevar por la fragilidad y la debilidad, el individualismo y los
intereses personales, se nos pide introducir la confianza en la posibilidad de
una felicidad verdadera, de una esperanza posible, que no se apoye únicamente
en los talentos, en las cualidades, en el saber, sino en Dios. A todos se nos
da la posibilidad de encontrarlo, basta buscarlo con corazón sincero. Los
hombres y las mujeres de nuestro tiempo esperan una palabra de consolación, de
cercanía, de perdón y de alegría verdadera. Somos llamados a llevar a todos el
abrazo de Dios, que se inclina con ternura de madre hacia nosotros”.
Es
fácil dejarse llevar por la inundación de las aguas de la cloaca humana con
color de oro. Es por eso que aumenta cada día el número de los desesperados y
deprimidos. ¿Por qué no se aprende de los fracasos de los que se dejaron
engañar por este mundo consumista, que invita a todo el mundo a gustar y no a
razonar, como es propio de los seres inteligentes?
La
maldad crece y las personas involucradas aumentan en número y en sufrimientos,
y por eso aumenta la necesidad de ayuda. Los que, por gracia de Dios, no hemos
caído en esos mismos dolores, no podemos quedarnos indiferentes, por ser
nuestros hermanos y por no debilitar nuestra vocación de socorristas. Sabemos,
por experiencia, que cuanto más generosos somos con los que sufren, tanto más
fuerzas nos da el Señor.
Hoy
más que nunca, hacen falta muchos mensajeros que lleven el Evangelio de la
felicidad a un mundo que se desmorona por los pecados de la violencia, de la
injusticia y del ateísmo práctico. El mundo agonizante de hoy reclama a hombres
y mujeres dispuestos a ser portadores de una nueva vida, la verdadera, que nace
del Evangelio.
Hay
jóvenes que simpatizan con el diabólico movimiento de los terroristas, porque
están artos de injusticias y opresiones. La causa que los mueve es buena; el
camino que emprenden está equivocado, porque lleva a los mismos errores que
inicialmente rechazaban: la injusticia y la opresión.
La
propuesta de Cristo es la más correcta y más eficaz, la que libera al hombre y
lo proyecta hacia la eternidad: la paz, la justicia y el amor. Urge presentarla
a muchos jóvenes, para que se vuelvan instrumentos de salvación en un mundo que
está precipitándose en la ruina total>> (Pbro. Luigi Butera Vullo, Msp).
<<Nos hemos acostumbrado al sufrimiento de los
otros, no nos afecta, no nos interesa, no es cosa nuestra. La globalización de
la indiferencia nos hace a todos innombrables, responsables sin nombre y sin
casa. Pidamos al Señor que nos de la gracia de llorar por nuestra indiferencia,
por la crueldad que hay en el mundo, en nosotros y en aquellos que en el
anonimato toman decisiones socio-económicas a nivel mundial que abren el camino
a dramas de desastres y de guerras>>
(Papa Francisco).
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