“Confesemos a Jesucristo siempre”: Comentario 28 de Noviembre del 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
Jesús
quiere preparar a sus discípulos para los últimos tiempos y por eso les
advierte que durante el tiempo intermedio, que va desde su Ascensión a los
cielos hasta la Parusía, y que es el tiempo de prueba, deberán sufrir
persecuciones de todo género.
Antes
de que suceda la Parusía, tiene que llegar la persecución, durante la cual los
discípulos de Jesús serán acusados y atormentados. La herencia que Cristo dejó
a los suyos es esta: la persecución. La señal de todas las obras de Dios ha
sido siempre la misma: la contradicción.
La
persecución es un medio excelente de purificación; por eso el Señor la quiere
para los suyos y por eso no nos hemos de asustar demasiado cuando veamos que se
levanta la persecución contra la Iglesia y sus fieles en distintas partes del
mundo.
Por
eso el discípulo de Jesús no debe extrañarse de estar sujeto a toda clase de
pruebas y sin sabores y aun maldiciones y persecuciones; la opción que él ha
hecho de Jesús ha supuesto el abrazarse con esa vida llena de privaciones,
tentaciones y pruebas.
Insiste
y afirma Jesús que todas esas persecuciones y esas cárceles y esas calumnias y
esos sufrimientos tan variados y tan múltiples serán ocasión de que el
cristiano dé un testimonio más glorioso, irresistible a favor de Jesús, que fue
el primer perseguido y que sigue siendo perseguido ahora en sus discípulos.
Las
persecuciones de parte del mundo se convierten para el discípulo de Jesucristo
en ocasión de confesar a Jesús y a su Evangelio.
<<¡Dichosa cárcel honrada con vuestra
presencia! ¡Dichosa cárcel, que es para el hombre de Dios camino del cielo! ¡Oh
tinieblas más brillantes que el mismo sol, más claras que la luz de este mundo,
en las que se hallan ahora vuestros cuerpos convertidos en templos de Dios,
santificados por el testimonio de vuestra fe!
Procurad ahora que lo único que ocupe vuestro
corazón y vuestra mente sean los preceptos divinos y mandatos celestiales con
los que el Espíritu Santo os animó siempre a tolerar el martirio. Que nadie
piense en la muerte, sino en la inmortalidad, ni en el sufrimiento temporal,
sino en la gloria imperecedera, ya que está escrito: “Es cosa preciosa a los
ojos del Señor la muerte de sus fieles”. Y también: “Mi sacrificio es un espíritu
quebrantado, un corazón quebrantado y
humillado tú no lo desprecias”.
Y también, cuando habla la Escritura Santa de los
tormentos que consagran a los mártires de Dios y los santifican con la prueba
del sufrimiento. Aunque, a juicio de los hombres, hayan sufrido castigos, su
esperanza estaba llena de inmortalidad.
Y el mismo Señor en persona se constituyó en ejemplo
de todos ellos, enseñándonos que sólo pueden llegar a su reino los que lo sigan
por su mismo camino, cuando dice: El que ama su vida en este mundo la perderá;
el que odia su vida en este mundo la guardará para una vida eterna>> (San
Cipriano, Obispo y mártir).
“Si ese don del martirio se da a pocos, conviene que
todos vivan preparados para confesar a Jesucristo delante de los hombres y a
seguirlo por el camino de la cruz en medio de las persecuciones, que nunca
faltan a la Iglesia” (Vaticano II). De este
modo, recordemos que la victoria de Jesús sobre el poder de las tinieblas nos
acompaña por donde quiera que vamos y nos encontramos, con tal de que hagamos
caso de su exhortación a perseverar: “Gracias
a la constancia salvarán sus vidas”.
Enséñame amado Jesús a no caer en tentaciones que me aleje de Ti🙏.Enséñame a escuchar con el corazón! Dejo mi vida y mi alma en tus Manos
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