“Sin la cruz no se puede subir al cielo”: Comentario 30 de Agosto del 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
Hoy
celebramos la fiesta de Santa Rosa de Lima, virgen, patrona de América Latina.
Nació en Lima (Perú) el año 1586; cuando vivía en su casa se dedicó ya a una
vida de piedad y de virtud, y cuando vistió el hábito de la tercera orden de
Santo Domingo hizo grandes progresos en el camino de la penitencia y de la
contemplación mística. Murió el día 24 de Agosto del año 1617.
<<El Salvador levantó la voz y dijo, con incomparable
majestad: “¡conozcan todos que la gracia sigue a la tribulación. Sepan que sin
el peso de las aflicciones no se llega al colmo de la gracia. Comprendan que,
conforme al acrecentamiento de los trabajos, se aumenta juntamente la medida de
los carismas. Que nadie se engañe: ésta es la única verdadera escala del
paraíso, y fuera de la cruz no hay camino por donde se pueda subir al cielo!”.
Oídas estas palabras, me sobrevino un ímpetu poderoso de
ponerme en medio de la plaza para gritar con grandes clamores, diciendo a todas
las personas, de cualquier edad, sexo, estado y condición que fuesen:
“Oíd pueblo; oíd, todo género de gentes: de parte de Cristo
y con palabras tomadas de su misma boca, yo os aviso: que no se adquiere gracia
sin padecer aflicciones; hay necesidad de trabajos y más trabajos, para
conseguir la participación íntima de la divina naturaleza, la gloria de los
hijos de Dios y la perfecta hermosura del alma”.
Este mismo estímulo me impulsaba impetuosamente a predicar
la hermosura de la divina gracia, me angustiaba y me hacía sudar y anhelar. Me
parecía que ya no podía el alma detenerse en la cárcel del cuerpo, sino que se
había de romper la prisión y, libre y sola, con más agilidad, se había de ir
por el mundo, dando voces:
“¡Oh, si conociesen los mortales qué gran cosa es la gracia,
qué hermosa, qué noble, qué preciosa, cuántas riquezas esconde en sí, cuántos
tesoros, cuántos júbilos y delicias! Sin duda emplearían toda su diligencia,
afanes y desvelos en buscar penas y aflicciones; andarían todos por el mundo en
busca de molestias, enfermedades y tormentos, en vez de aventuras, por
conseguir el tesoro inestimable de la gracia. Esta es la mercancía y logro
último de la constancia en el sufrimiento. Nadie se quejaría de la cruz ni de
los trabajos que le caen en suerte, si conociera las balanzas donde se pesan
para repartirlos entre los hombres>>. (Al
médico Castillo: edición L. Getino, La patrona de América, Madrid 1928, pp.
54-55).
Pidámosle
a Santa Rosa de Lima que nos ayude a no tener miedo al sufrimiento o la
dificultad (la cruz), sino que más bien nos ayude a ser humildes, constantes y
a saber aprovechar cada situación de nuestra vida para buscar la gloria de
Dios, nuestra propia santificación y la santificación de las demás almas.
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