¿Cómo ser de la familia de Jesús?: Comentario 24 de Julio del 2018

                                                                 Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra, 
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles



¿Qué se necesita para ser de la familia de Jesús? Hacer la voluntad de Dios, es decir, comenzar a caminar hacia la santidad, o más bien, dejarme santificar por Dios. Y para ser santo, dice San Agustín, el primer paso es querer. “Celebrar la santidad” no es un slogan que esté de moda ni una meta que muchos quieran alcanzar. Es, incluso, algo que suena arcaico o fuera de lugar, pero que sin embargo, no deja de ser actual, pues es una exigencia de Dios mismo: <<sean santos, porque  yo, el Señor, su Dios, soy santo>> (Lv 19, 2). ¿Pero qué es la santidad?, ¿por qué nos la pide Dios?, ¿cómo alcanzarla?
La santidad, gracia y esfuerzo. Ser santo es participar de la santidad de Dios, pues Él nos creó para ser santos: <<Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, (…) que nos ha elegido en Cristo antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor…>> (cf Ef. 1, 3-5). Sin embargo, nadie nace santo. Se consigue la santidad con mucho esfuerzo, pero también con la ayuda y la gracia de Dios.
Santo es aquél que está tan fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad y (por Él) está dispuesto a renunciar a todo, también a sí mismo. En palabras del Papa Benedicto XVI: “la santidad crece con la capacidad de conversión, de arrepentimiento, de disponibilidad para volver a comenzar, y sobre todo con la capacidad de reconciliación y de perdón (…)” (Audiencia general, 31 de Enero, 2007).
Una lucha sin tregua. <<¿Quién subirá al monte del Señor?, ¿quién podrá estar en su recinto santo?, el de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño jura>>. (Sal 24, 3-4). Pero tener las manos puras no es cosa sencilla. Requiere vigilancia, esfuerzo, constancia y una gran confianza en Dios. Es en la amistad con Dios y unidos a Él, como se llega a la santidad.
Es posible llegar a ser santo por medio de la misión que Dios encomienda a cada persona en este mundo, sea como laico comprometido, sea como religioso (a) o sacerdote, cumpliendo con diligencia con las labores de cada día, amando, perdonando, volviendo a empezar. Grande es la alegría de quien ha descubierto que Dios le da la oportunidad de ser santo; y la mayor desgracia que le puede pasar, es no serlo, por pura irresponsabilidad.
No existen fórmulas mágicas para llegar a la santidad, pues cada persona ha de alcanzarla según su vocación y de manera única y original. Sin embargo, Dios ha procurado auxiliar al hombre a lo largo de su vida para que éste pueda lograr tan excelsa meta. A continuación presentamos algunos hábitos que nos ayudarán a avanzar en la santidad.
1.     Orar al inicio del día. Que el primer pensamiento consciente del día se dirija a Dios, ofreciéndole la jornada y venciéndonos desde el primer momento al no permitir que la pereza nos domine.
2.     Oración personal diaria. Preferentemente delante del Santísimo Sacramento expuesto o en el sagrario. Que no pase un día sin dialogar con el Señor, compartiéndole nuestras necesidades y proyectos pero, también, dispuestos a escucharlo.
3.     Meditación diaria de la Palabra de Dios. <<La Palabra de Dios es viva y eficaz>> (cf Hb 3,14), por lo que penetra en lo más profundo de la persona, orientando, instruyendo, corrigiendo. Por eso, es fundamental su constante lectura y meditación para lograr vivir de acuerdo a la voluntad de Dios.
4.     Participación activa en la Santa Misa (sacramentos). La Eucaristía es el centro de nuestra vida espiritual, y consecuentemente de nuestra jornada. Este es el acto más íntimo posible del hombre, en donde nos unimos con Dios mismo sacramentalmente. No se trata de “oír Misa”, sino de vivirla, prolongándola en el trato diario con los que nos rodean.
5.     Rezar al mediodía el Angelus o Regina Coeli. Invocar a la Virgen María de acuerdo al tiempo litúrgico, es un hermoso modo de honrar a la “llena de gracia”, reconociendo la obra de Dios en ella y recordando que “todo en María nos lleva a Jesús”.
6.     El rezo del santo rosario. Es una oración con sentido y no una mera repetición. Este rezo ha de llevar a la persona a meditar en los misterios de la salvación, asimilándolos en la propia vida; por eso se recomienda realizar la lectura bíblica correspondiente a cada misterio.
7.     Realizar un examen de conciencia antes de dormir. El revisar cada día lo que se hizo ayuda a tomar conciencia de los errores y pecados cometidos para así corregirlos y poder crecer; de lo contrario, fácilmente se volverán a cometer, o se tenderá a justificarlos sin darles importancia.
8.     Realizar obras de caridad. La fe y el amor a Dios debemos traducirla en nuestra vida diaria a través de nuestras obras, pequeños o grandes actos pero hechos con amor.
9.     Empezar hoy. <<¡Feliz aquel al que su Señor, cuando vuelva, lo encuentre cumpliendo su deber!>> (cf Mt 24, 42-51). Una gran carrera comienza con un primer paso; por eso no debemos esperar más. ¡Comencemos hoy a ser parte de la familia de Jesús! ¡Comencemos hoy a caminar hacia la santidad!
Comentario realizado por Gloria Rodríguez Caballero (Hermana Misionera Servidora de la Palabra).

Comentarios

  1. Cuan valiosa es la reflexión del día. .Y cuanto necesitamos a Dios y la guía de la Virgen María.

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