Dios es dueño del tiempo.
Dios es el dueño del tiempo y, si confiamos en Él, tendremos tiempo para todo y saldremos vencedores en esta lucha que es la vida sobre la tierra. Solo debemos confiar en el Señor y poner nuestra esperanza en Él. No nos angustiemos por nada y vivamos bien el momento presente, dejando el pasado en la Misericordia de Dios, y el futuro en su Providencia.
Muchas veces corremos tras el reloj y no tenemos tiempo para Dios, para rezar, para leer la Palabra de Dios, para meditar. Tenemos que frenar un poco esta carrera que no nos lleva a buen puerto y hacer un lugar importante en nuestra vida para Dios y las cosas de Dios. Porque estamos en este mundo para conocer a Dios y hacernos más buenos, y cuando el Señor nos vea lo suficientemente buenos, nos llamará a su presencia para que gocemos de Él y del Cielo para toda la eternidad.
Necesitamos recordar que el tiempo de vida que tenemos sobre la tierra es tiempo de prueba, de combate contra las fuerzas del mal y contra nuestras pasiones desordenadas. No es tiempo de descanso sino de batalla, ¡y qué batalla!, pues con ella nos jugamos nuestro destino eterno: Cielo o Infierno.
No tratemos de averiguar el futuro para no perder la paz, sino vivamos confiados y alegres el momento presente, pues a veces pensando en el futuro o en el pasado, no vivimos en plenitud el momento presente, que es el que realmente cuenta para Dios.
Recordemos que si Josué pudo detener el sol en su curso, nosotros también, con la ayuda de Dios, podemos disponer del tiempo necesario si confiamos en el Señor.
¡Ave María purísima!
¡Sin pecado concebida!
¡Sin pecado concebida!
santisimavirgen.com.ar
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