SEXTO DIA DE LA NOVENA DE NAVIDAD, LUISA PICCARRETA
S.D. LUISA PICCARRETA
MODO DE HACERLA
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Oración inicial:
Señor mío Jesucristo, postrado ante tu divina presencia, suplico a tu amorosísimo
Corazón que me admitas a la meditación de los Excesos de tu Amor en el misterio de tu
Encarnación. Dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento de tus
padecimientos, mientras medito el ____ Exceso de tu amor. Y a ti Madre Inmaculada, te
pido que me encierres en tu Corazón, y que me hagas un pequeño lugar en tu seno
materno, para que pueda contemplar, comprender y
acompañar a tu Hijo Jesús en este misterio, e imitándolo a Él y a Ti, deje de reinar en
mi a la Divina Voluntad, como en el Cielo así en la tierra. Amén.
Al terminar cada meditación:
Se reza un Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Pidiendo el Reino de la Divina Voluntad
sobre la tierra, y por las intenciones del Santo Padre y de toda la Iglesia.
Inicio de la Novena
En una novena de la Santa Navidad, aproximadamente a la edad de diecisiete años me
preparé a esta
fiesta, practicando diferentes actos de virtud y mortificación, y honrando especialmente
los nueve meses que Jesús estuvo en el seno materno, con nueve horas de meditación
al día, relativas siempre al misterio de la Encarnación
SEXTA HORA
“Hija mía, ven, ruega a mi querida Mamá que te haga un lugarcito en su seno materno
para que tú misma veas el estado doloroso en que me encuentro.”
Entonces me parecía con el pensamiento, que nuestra Reina Mamá, para contentar a
Jesús, me hacía un pequeño lugar y me ponía dentro. Pero era tal y tanta la oscuridad
que no lo veía, sólo oía su
respiro y Él en mi interior, continuaba diciéndome:
“Hija mía, mira otro exceso de mi Amor: Yo soy la Luz eterna, el sol es una sombra de
mi luz. Pero mira dónde me ha conducido mi Amor, ve la oscura prisión en la que estoy,
no hay ni un rayo de luz, siempre es noche para Mí, y noche sin estrellas, sin reposo;
siempre despierto, ¡Qué pena!, la estrechez de la prisión, sin poder moverme en lo más
mínimo, las tinieblas tupidas...; hasta la respiración..., respiro por medio del respiro de
mi Mamá, ¡oh, que dificultoso es! Además, agrega las tinieblas de las culpas de las
criaturas; cada culpa era una noche
para Mí, uniéndose juntas formaban un abismo de oscuridad sin confines. ¡Qué pena!
¡Oh exceso de mi Amor, hacerme pasar de una inmensidad de luz, de amplitud, a una
profundidad de tupidas tinieblas y de tales estrechuras, hasta llegar a faltarme la
libertad de respirar..., y todo esto por amor a las criaturas!”
Y mientras decía esto, gemía sofocadamente por la falta de espacio, y lloraba. Yo me
deshacía en llanto, le agradecía, lo compadecía, quería hacerle un poco de luz con mi
amor, como Él me decía, ¿pero quién puede decirlo todo? La misma voz interior
agregaba:
“Basta por ahora. Pasa al séptimo exceso de mi Amor”.
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