CUARTO DIA DE LA NOVENA DE NAVIDAD ,LUISA PICCARRETA
NOVENA DE LA SANTA NAVIDAD
S.D. LUISA PICCARRETA
MODO DE HACERLA
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Oración inicial:
Señor mío Jesucristo, postrado ante tu divina presencia, suplico a tu amorosísimo
Corazón que me admitas a la meditación de los Excesos de tu Amor en el misterio de tu
Encarnación. Dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento de tus
padecimientos, mientras medito el ____ Exceso de tu amor. Y a ti Madre Inmaculada, te
pido que me encierres en tu Corazón, y que me hagas un pequeño lugar en tu seno
materno, para que pueda contemplar, comprender y
acompañar a tu Hijo Jesús en este misterio, e imitándolo a Él y a Ti, deje de reinar en
mi a la Divina Voluntad, como en el Cielo así en la tierra. Amén.
Al terminar cada meditación:
Se reza un Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Pidiendo el Reino de la Divina Voluntad
sobre la tierra, y por las intenciones del Santo Padre y de toda la Iglesia.
Inicio de la Novena
En una novena de la Santa Navidad, aproximadamente a la edad de diecisiete años me
preparé a esta
fiesta, practicando diferentes actos de virtud y mortificación, y honrando especialmente
los nueve meses que Jesús estuvo en el seno materno, con nueve horas de meditación
al día, relativas siempre al misterio de la Encarnación
CUARTA HORA
“Hija mía: Del amor devorante, pasa a considerar mi amor obrante. Cada alma
concebida me trajo el fardo de sus pecados, de sus debilidades y de sus pasiones, y mi
Amor me ordenó
tomar el fardo de cada uno, y no sólo concebí a las almas, sino las penas de cada una,
y las satisfacciones que cada una de ellas debía dar a mi Padre Celestial. Así que mi
Pasión fue concebida junto conmigo.
Mírame bien en el seno de mi Mamá Celestial; ¡oh, qué atormentada está mi pequeña
Humanidad! Mira bien como mi pequeña cabecita está circundada por una corona de
espinas que, ciñéndome fuerte las sienes, me hace derramar ríos de lágrimas de mis
ojos, y no puedo moverme para secarlas. Ah, muévete a compasión por Mí, sécame los
ojos de tanto llanto, tú que tienes los brazos libres para poder hacérmelo.
Estas espinas son la corona de los tantos pensamientos malos que se agolpan en las
mentes humanas, Ay, cómo me punzan más estos pensamientos más que las espinas
que produce la tierra!, pero mira más, mira qué larga crucifixión de nueve meses. No
podía mover ni un dedo, ni una mano, ni un pie; estaba aquí, siempre inmóvil, no había
lugar para poderme mover un poquito, ¡Qué larga y dura crucifixión!, Agregando que
todas las obras malas, tomando forma de clavos, me traspasaban manos y pies
repetidamente...”
Y así continuaba narrándome pena por pena todos los martirios de su
pequeña Humanidad; y que quererlas decir todas, sería demasiado extenso. Entonces
yo me abandonaba al llanto, y oía decir en mi interior:
“Hija mía, quisiera abrazarte pero no lo puedo hacer, no hay espacio, estoy inmóvil, no
lo puedo hacer; quisiera ir a ti pero no puedo caminar. Por ahora abrázame y ven tú a
Mí, y luego yo, cuando salga del seno materno iré Yo a ti”.
Pero, mientras con mi fantasía lo abrazaba y lo estrechaba fuertemente a mi corazón,
una voz interior me decía:
“Basta por ahora hija mía, y pasa a considerar el quinto exceso de mi Amor”.
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