Aseguremos lo eterno con el recto uso de lo temporal: Comentario 21 de Marzo del 2019
Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
La
práctica de la caridad con los demás es signo de una fe auténtica. Quien se
deja absorber por los bienes materiales no ve las necesidades ajenas, y si las
ve, justifica su egoísmo diciendo que los pobres están así por flojos o porque
se merecen ese castigo.
Aunque
es bien sabido que todo hombre morirá, muchos prefieren seguir igual; al fin y
al cabo les parece muy difícil creer que pueden algún día ser castigados. Si
viniera algún muerto, y nos dijera lo que nos espera en la otra vida, entonces
creeríamos, dicen muchos; pero al Señor que vino de allá y resucitó, dando
pruebas de su divinidad, ¿por qué no se le cree? ¿Cómo creerá el hombre
entonces en alguien que no sea Jesús? La Palabra de Dios es lo que se tiene
para saber qué se debe hacer. Si se le hace caso, evitará perderse en la
infelicidad. El hombre tiene en sus manos la decisión.
Al reflexionar la Palabra de Dios, podemos
encontrar estos puntos principales para meditar hoy:
1.-
Es necesario poner toda nuestra confianza en el Señor. La fe es un don que
hemos de pedirle a Dios. Para que haya confianza necesitamos de la oración, y
hacer oración no significa pedirle a Dios solamente, sino que se trata de atender
al mismo llamado de Dios para permanecer en íntima unión con Él mediante una
relación de diálogo. La oración es vital para el hombre, sin ella, no puede
descubrir su vocación a la que fue llamado: la de ser hombre. El hombre que
confía en el Señor es rico y está capacitado para enriquecer a los demás de
todo aquello que Dios le participa. Si se sabe encontrar a Dios a través de la
oración, se podrá también encontrar a los hermanos a través de la caridad.
2.-
No vale la pena poner la confianza en las riquezas de este mundo, pues son cusa
de muchos vicios y conducen fácilmente hacia la condenación eterna cuando no se
les sabe usar y administrar bien.
3.-
La opción fundamental de Jesús y de la Iglesia son los pobres, ellos son los
“predilectos de Dios”. No podemos vivir como el rico del evangelio de hoy que
era indiferente a las necesidades y dolores de Lázaro. Por eso, preguntémonos
¿cómo hemos actuado frente a las injusticias y corrupción?
4.-
Le hace mejor, le aprovecha más al hombre la verdadera justicia que se funda en
la fe y en la penitencia, que las riquezas y los placeres. ¿Los bienes de este
mundo los he usado para hacer el bien a los demás o solamente los he usado para
contentarme en mi propio egoísmo y acrecentar mi vanidad?
5.-
Lo temporal (la riqueza y la pobreza) pasan pronto como también pasa el tiempo;
solamente lo que viene de Dios, su Palabra, lo eterno (la otra vida)
permanecerá siempre. Por eso, no vivamos como si no fuéramos a morir; más bien,
muramos cada día aprendiendo a tener un corazón libre y pobre, es decir,
necesitado de Dios para que podamos vivir en la eternidad.
6.-
Seamos prudentes asegurando lo eterno con el recto uso de lo temporal. El
camino para gozar de Dios es el de la caridad. Si hay caridad, habrá comunidad,
lo contrario, es el egocentrismo y la indiferencia que llevan al individualismo
y destrucción.
Que
seamos capaces de encontrar a Jesús en cada hermano con que nos cruzamos en el
camino.
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