Feliz Año Nuevo 2019: Comentario 02 de Enero del 2019
Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
Comenzamos este nuevo
año 2019 dándole gracias a Dios por todas sus bendiciones concedidas. Pero
también, le queremos decir a Dios que estamos dispuestos a abrirnos a su amor y
a su bendición para que este año sea mejor y podamos cosechar más y mejores
frutos.
La liturgia de la
Palabra de hoy nos invita a reconocer a Jesús como el “verdadero Dios” y
“verdadero hombre”: el Hijo de Dios. Porque el mentiroso, o más bien dicho, el
anticristo es el que niega al Hijo, y el que niega al Hijo también niega al
Padre. Por eso, la invitación de parte de Dios hoy es que lo reconozcamos, lo
acojamos y que vivamos de acuerdo a la luz de su verdad y de su amor.
Ya, al inicio de este
año, nos preguntamos ¿qué necesito para poder tener una mejor profundidad de
vida, un mejor acercamiento con Dios y con los demás? El evangelio de hoy nos
ayudara un poco con la figura de San Juan el Bautista:
1.-
Allanar nuestros caminos. Sin duda alguna, que es el tiempo
de los buenos propósitos, de renovar las intenciones, de proponernos nuevas
metas y expectativas… Pero también necesitamos el cambio del corazón, las malas
actitudes; mantener el propósito de crecer en la vida del Espíritu, tener un
constante acercamiento a la Gracia de Dios, crecer en santidad. Todo esto, para
ser mejor papá, mamá o hijo; perdonar más y odiar menos; orar más y juzgar o
criticar menos; ayudar más y pelear menos; servir más y dejar el orgullo y la
pereza a un lado. Juan el Bautista nos invita a convertirnos a Dios, a
entregarle todo nuestro ser a Él.
2.-
Más Fe, confianza en Dios. La fe es imprescindible para
cualquier ser humano, no se puede vivir todo el tiempo con indiferencia o
escepticismo porque se cae en un gran vacío existencial, en el absurdo de que
todo es nada. La fe en Dios es necesaria para vivir, por esta cobra sentido el
dolor, los problemas de la vida, las enfermedades, la muerte que es inevitable.
No es lo mismo decir: “tengo fe” y “soy creyente”. Soy creyente quiere decir:
creo en Dios pero vivo de acuerdo a mi voluntad y bajo mis propios criterios;
sin embargo, “tengo fe, confianza en Dios” quiere decir que se cree en Dios y
someto mi voluntad a la de Él y le obedezco, y deposito mi vida definitivamente
en sus “manos”. La fe hay que alimentarla siempre, sino se debilita y termina
por desaparecer. Necesitamos más fe sin duda, para superar obstáculos y
tentaciones que nos ayudarán a crecer.
3.-
Más caridad. Uno de los carismas que el aposto San
Pablo ensalza y pone como el mejor de todos es la caridad. Ahora que comenzamos
el año sería bueno que nos propongamos hacer más bien que mal, ser más
caritativos que violentos, más amables que ofensivos, solidarizarnos con un
mayor número de personas o, mostrarles nuestra ayuda con una mejor atención y
humanidad. Quién es el Anticristo, pregunta San Juan, y en seguida se responde:
el que niega a Dios (al Padre y al Hijo). Pero Cristo se encuentra en el
prójimo, entonces cada vez que negamos amar y ayudar al hermano, estamos
negando al mismo Cristo; cada vez que cerramos nuestro corazón y somos
indiferentes a alguno de los nuestros, entonces se lo estamos haciendo a Dios
mismo. Por eso, que haya más amor y habrá más felicidad.
4.-
Sentirme parte de una misma familia. Hay familia donde hay
libertad, vida y comunión. Por la familia lo hacemos todo, buscamos su
bienestar, y que a ninguno le falte amor. La familia es nuestro hogar y con la
ayuda de ella, llegamos a ser mejores personas. Hoy Juan el Bautista se
considera no como el Mesías ni como Elías o algún otro profeta, sino como una
“voz que grita en el desierto”, la voz que viene a preparar los caminos del
Señor. El plan salvador de Dios consiste en que yo me sienta Hijo suyo, y por
ende, que me sienta un miembro integrante de su gran familia, la familia de
Dios. Si yo no me siento parte de esta familia, jamás me decidiré por la paz,
la justicia y el amor, mucho menos trabajaré por la salvación de los demás, ni
tan siquiera por la propia. Que en éste 2019 pueda servir más en la Iglesia y
vivir más unido a los demás para dejar a un lado el individualismo o el
protagonismo.
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