Como Juan “El Bautista”, seamos íconos: Comentario 03 de enero del 2019
Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Hoy nuevamente encontramos la figura de San Juan el Bautista apuntando hacia Jesús, y hoy lo vemos señalándolo como al verdadero Hijo de Dios, como el Cordero de Dios que viene a quitar el pecado del mundo.
Por una parte tenemos que descubrir que gracias a Jesús que se hace hombre ya no estamos llamados a vivir como hijos del pecado ni como hombres esclavos, sino como hombres libres y más aún como verdaderos Hijos de Dios. Hoy debo descubrir nuevamente ese gran amor que siente Dios por mí y por todos, por toda la humanidad, Dios no escatima ni se limita, Él siempre da lo mejor, lo da todo por nosotros, nos da lo que más ama: su propio Hijo.
Por eso, debemos sentirnos agradecidos y dichosos que tenemos un Padre que nos ama, que nos protege y que nos salva; podemos caminar con seguridad gracias a Jesús, luz verdadera que ilumina nuestros caminos y que ilumina nuestras vidas a veces, contaminada por las tinieblas del pecado. Él es el cordero que viene a quitarnos el pecado, que viene a lavarnos y a devolvernos la dignidad, que viene a levantarnos de nuestras miserias y suciedades.
Para los Israelitas el Cordero Pascual era el símbolo de la liberación de Israel. El Cordero era la víctima ordinaria en los sacrificios oficiales y particulares; el cordero pascual era un verdadero sacrificio; por eso Juan considera al cordero como símbolo de redención por los pecados. Jesús vino a este mundo, nuestro mundo para sacrificarse y ofrecerse por nosotros, a darse, donarse completamente por nosotros. Ése es, sin duda, el mejor gesto de amor que Dios haya hecho por nosotros; Dios tiene a un Hijo que ama con infinita ternura y en Él nos ama a todos nosotros; pero también Dios tiene a un Hijo que lo glorifica y lo ama inmensamente, cuando le obedece y se sacrifica por amor a nosotros. Jesús bautiza al mundo en el Espíritu, comunicándole la vida y es así la antítesis del pecado.
Juan el Bautista ha llegado a conocer al verdadero Hijo de Dios porque es un hombre con sabiduría y con fe, ha sabido reconocer a Dios en la persona de Jesús porque se deja guiar por el Espíritu Santo. Y, movido por éste mismo Espíritu lo da a conocer, lo presenta para que también los demás lo conozcan, lo acepten y se dejen salvar por Él.
Es esa también la invitación que quiere hacernos Juan el Bautista el día de hoy, primero que nos dejemos sanar por el Bautismo en el Espíritu que viene a traernos Jesús que nos purifica y limpia de nuestros pecados y, además, nos devuelve la dignidad de hijos de Dios; en seguida, la persona de Juan nos dice que también nosotros hemos de hacer lo mismo: dar a conocer a ese cordero de Dios que se ha convertido en el protagonista de nuestra salvación, presentárselo a los demás; que seamos íconos, un cercano reflejo de la persona de Dios: llenos y movidos por el Espíritu Santo.
Dios tiene un propósito para cada uno de nosotros y solamente llegamos al conocimiento pleno de Él cuando cumplimos sus propósitos, cuando nos ponemos a su servicio y al de nuestros hermanos. Hagamos, entonces, como Juan, preocupémonos solamente de llevar adelante los propósitos de Dios en relación a nuestra vida y a la de los demás, nuestros hermanos.
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