San Francisco de Asís: Comentario 04 de Octubre del 2018 DEBEMOS SER SENCILLOS, HUMILDES Y PUROS
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
De las cartas de San Francisco de Asís,
dirigidas a todos los fieles:
La venida al mundo del Verbo del Padre,
tan digno, tan santo y tan glorioso, fue anunciada por el Padre altísimo, por
boca de su santo arcángel Gabriel, a la santa y gloriosa Virgen María, de cuyo
seno recibió una auténtica naturaleza humana, frágil como la nuestra. Él,
siendo rico sobre toda ponderación, quiso elegir la pobreza, junto con su
santísima madre. Y, al acercarse su pasión, celebró la pascua con sus
discípulos. Luego oró al Padre, diciendo: Padre
mío, si es posible, que pase de mí este cáliz.
Sin embargo, sometió su voluntad a la
del Padre. Y la voluntad del Padre fue que su Hijo bendito y glorioso, a quien
entregó por nosotros y que nació por nosotros, se ofreciese a sí mismo como
sacrificio y víctima en el ara de la cruz, con su propia sangre, no por sí
mismo, por quien han sido hechas todas las cosas, sino por nuestros pecados,
dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Y quiere que todos nos
salvemos por él y lo recibamos con puro corazón y cuerpo casto.
¡Qué dichosos y benditos son los que
aman al Señor y cumplen lo que dice el mismo Señor en el Evangelio: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón y con toda tu alma y a tu prójimo como a ti mismo! Amemos, pues, a
Dios y adorémoslo con puro corazón y con mente pura, ya que Él nos hace saber
cuál es su mayor deseo, cuando dice: Los
verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque
todos los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad. Y dirijámosle,
día y noche, nuestra alabanza y oración diciendo: Padre nuestro, que estás en el cielo; porque debemos orar siempre y no desfallecer jamás.
Procuremos, además, dar frutos de
verdadero arrepentimiento. Y amemos al prójimo como a nosotros mismos. Tengamos
caridad y humildad y demos limosna, ya que esta lava las almas de la inmundicia
del pecado. En efecto, los hombres pierden todo lo que dejan en este mundo; tan
solo se llevan consigo el premio de su caridad y las limosnas que practicaron,
por las cuales recibirán del Señor la recompensa y una digna remuneración.
No debemos ser sabios y prudentes según
la carne, sino más bien sencillos, humildes y puros. Nunca debemos desear estar
por encima de los demás, sino, al contrario, debemos, a ejemplo del Señor,
vivir como servidores y sumisos a toda humana creatura, movidos por el amor de
Dios. El Espíritu del Señor reposará sobre los que así obren y perseveren hasta
el fin, y los convertirá en el lugar de su estancia y su morada, y serán hijos
del Padre celestial, cuyas obras imitan; ellos son los esposos, los hermanos y
las madres de nuestro Señor Jesucristo.
Nota:
Este fragmento fue tomado de la Liturgia de las Horas, de la segunda lectura
del Oficio de Lectura, del propio del los Santos, día 04 de Octubre de la
Memoria de San Francisco de Asís.
Comentarios
Publicar un comentario