Ángeles custodios: Comentario 02 de Octubre del 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
“La Iglesia confiesa su fe en los Ángeles Custodios. Aquí te
presentamos ocho razones para que nunca olvides a tu Ángel de la Guarda, a
quien conmemoramos hoy. Esta información fue tomada de la página oficial y
católica de Aciprensa.
1. Te acompaña desde la concepción. Cada ser humano
desde el momento de su concepción tiene un Ángel de la Guarda. Dice
el Catecismo en el numeral 336: “Desde su comienzo hasta la muerte,
la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión”.
Asimismo, añade una frase de San Basilio Magno: “Nadie podrá negar que cada
fiel tiene a su lado un Ángel como protector y pastor para conducir su vida”.
2. Su existencia no es un invento ni un cuento infantil, se fundamenta en
la Biblia. La existencia de los ángeles, una verdad de fe.
En la Biblia, desde el Antiguo Testamento hay numerosas citas que hablan de los
ángeles que custodian, como en Éxodo (23, 20-21): “Yo voy a enviar un Ángel delante de ti, para que te proteja en el
camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado. Respétalo y escucha su
voz”. En el Nuevo Testamento, Jesús dice (Mt. 18,10): “Cuídense de
despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus Ángeles
en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial”.
3. Son compañeros cercanos de los Santos. Muchos santos han
dado testimonio… Se dice que Santa Francisca Romana (1384-1440), patrona de los
conductores, tuvo la fortuna de ver a su Ángel de la Guarda, quien velaba por
ella día y noche. La santa lo describe así: “Era de una belleza increíble, con
un cutis más blanco que la nieve y un rubor que superaba el arrebol de las
rosas”. “Sus ojos, siempre abiertos tornados hacia el cielo, el largo cabello
ensortijado tenía el color del oro bruñido. Su túnica llegaba al suelo y era de
un blanco algo azulado y, otras veces, con destellos rojizos. Era tal la
irradiación luminosa que emanaba de su rostro, que podía leer maitines en plena
media noche”.
4. Es tu protector en los momentos difíciles. En el siglo IV San
Basilio Magno decía que "todo fiel tiene a su lado un Ángel como protector
y pastor, para llevarlo a la vida". Por su parte, San Bernardo de Claraval
enseñaba que los Ángeles Custodios son demostración de que "el cielo no
descuida nada que pueda ayudarnos", por lo cual pone "a nuestro lado
estos espíritus celestes para que nos protejan, nos instruyan y nos
guíen".
5. Son poderosos servidores de Dios. El Catecismo en el
numeral 329 especifica que “con todo su ser, los ángeles son servidores y
mensajeros de Dios. Porque contemplan ‘constantemente el rostro de mi Padre que
está en los cielos’ (Mt 18, 10), son ‘agentes de sus órdenes, atentos a la voz
de su palabra’ (Sal 103, 20).
6. Son veloces cuando se les llama. Santo Tomás de
Aquino detalló en la Summa Theologica
que “la rapidez de movimiento del ángel no se mide por la cantidad de su poder,
sino de acuerdo con la determinación de su voluntad”. Los ángeles no están
obligados por un cuerpo material como nosotros, para que puedan moverse muy
rápido, a la velocidad de “pensamiento”. Si se le pide al ángel Custodio que
ayude a alguien más, este estará de vuelta inmediatamente.
7. La veneración a los Ángeles Custodios es legítima. En el 2002 la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos declaró en el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia que
la devoción popular a los Santos Ángeles “es legítima y buena”. También hay que
rechazar “el uso de dar a los Ángeles nombres particulares, excepto Miguel,
Gabriel y Rafael, que aparecen en la Escritura”.
8. Se les puede invocar en todo momento y lugar. Se les puede invocar en todo momento. Sin embargo, la tradición de la
Iglesia recomienda saludar e invocar al Ángel de la guarda durante el día,
especialmente con las siguientes oraciones:
I. Ángel de Dios, que
eres mi custodio, pues la bondad divina me ha encomendado a ti, ilumíname,
guárdame, defiéndeme y gobiérname. Amén.
II. Ángel de mi guarda, dulce compañía,
no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta
que amanezca en los brazos de Jesús, José y María Amén.
Comentarios
Publicar un comentario