“Dios es necesario para vivir”: Comentario 09 de Octubre del 2018
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
Si
preguntáramos a los hombres de hoy qué es lo que les importa o lo que
consideran que sea más necesario para su vida, seguramente tendríamos una serie
de diferentes respuestas y enfoques contradictorios. Sin duda alguna que para
algunos lo más relevante es el dinero, para otros la salud, para otros el
bienestar, o el trabajo, el pan para comer, el vestido, la vivienda, la
comprensión en su familia, la paz, etc.
Indudablemente
que todas estas cosas mencionadas se requieren en la vida humana, que el
creador ha querido que sea corporal y espiritual, personal y comunitaria o
social; de ahí que sea preciso para el hombre vivir en paz, en justicia,
honestidad y en mutua comprensión los unos con los otros; pero es que todos
esos valores humanos forman entre sí una cadena, sujeta a un primer anillo que
se llama Dios.
Si
rompes ese primer eslabón, todos los otros se pierden: sin Dios no hay moral,
sin moral no hay justicia, sin justicia no hay paz y sin paz no se puede vivir;
de ahí que en último extremo, el amor a Dios sea lo único necesario, pues
teniéndolo a Él, lo tendremos todo, mientras que careciendo de Él, perdemos
todo lo bueno y justo y lo hermoso y agradable. Dios no sólo es necesario para
saber vivir en el plano material; Dios es necesario para vivir eternamente.
Marta
estaba muy ocupada en los quehaceres, preocupada por muchas cosas, distraída en
no pocas obligaciones; todo ese cúmulo de cosas la agitaban y distraían,
impidiéndole conseguir el reposo y la paz imprescindibles para reencontrarse
dentro de sí misma y escuchar en su
interior la Palabra de Dios, que la debía iluminar.
Las
muchas ocupaciones de orden material y profesional y aún de orden apostólico
pueden convertirse en obstáculos para nuestra vida de oración y de
contemplación; también podría el Señor recriminarnos como a Marta, diciéndonos
que, “te preocupas y te agitas por muchas cosas”, cuando “sin embargo, una sola
cosa es necesaria”.
Así, Jesús nos invita
a saber equilibrar entre una vida entregada al trabajo y al servicio en el
apostolado, pero sin olvidarnos de los momentos necesarios para encontrarnos
con Él. Puesto que, no se puede dar ningún fruto bueno si no se procura estar
unido a Él.
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