San Bartolomé, Apóstol: Comentario 24 de Agosto del 2018

                                                              Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos

Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra, 

Parroquia Santa Marìa de los Ángeles

Asegurémonos de que nuestro paso por este mundo haya valido la pena. Alguien dijo por ahí que venimos a este mundo para dejarlo mejor de cómo lo encontramos y, es que, no vivimos para comer, sino que más bien comemos para vivir y para construir. Por lo menos Felipe hizo lo que le tocaba, se aseguro de mostrarle a Natanael  (Bartolomé) el camino que llevaba a la verdadera vida, le mostró el camino de la verdadera sabiduría, que no se memoriza ni se reduce a simples conceptos, sino que se vive para que tenga efecto. Por eso, hagamos como Felipe, mostremos a alguien más ese camino de verdad, de luz, de humildad y de vida; compartamos con alguien más el verdadero secreto de la felicidad, la Palabra de Dios que cambia y que transforma vidas.
De San Bartolomé, se dice que era un maestro, un rabino instruido y culto. Por eso, cuando Felipe le muestra a Jesús, el hijo de José, el de Nazaret, salta con una actitud demasiado escéptica: <<¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret? Muchas veces, también nosotros hemos tomado esa misma actitud: ¿Acaso Jesús puede ayudarme?, ¿acaso Jesús me puede cambiar la vida?, ¿acaso Jesús es Dios?, ¿acaso Jesús sigue actuando hoy, sigue vivo? Preguntas a las que Felipe nos contesta con cierta seguridad: <<Ven y lo verás>>. Se trata de eso, de abrirle el corazón, de sentirme necesitado de Él, de abrirme a la novedad y tener un encuentro profundo con ÉL. Nunca habrá fe, mucho menos amor cuando no le permitimos al corazón que crea y que se deje amar. Nos hemos vuelto escépticos porque creemos saber mucho, porque creemos tener la razón siempre, porque ya nadie puede iluminarnos ni orientarnos dado que ya a nadie se lo permitimos: “A mí que me vienes a decir”, “quien te crees tú para venir a darme lecciones de vida”, “no te metas en lo que no te importa”, “es mi vida y qué”. 
San Bartolomé nos muestra un ejemplo claro de verdadera humildad, siendo un maestro se abaja y va al encuentro de Jesús; entrados en un cálido diálogo Jesús reconoce a Bartolomé como: <<Un verdadero israelita, un hombre sin doblez>>. Es que la verdadera sabiduría no está peleada con la recta intención ni con la verdad. Muchas veces se puede llegar a pensar que la sabiduría tiene que ver con ser hábiles para estafar, para robar, para tramar negocios debajo del agua, para mentir. “Si no tranzas no avanzas”, “todo el mundo lo hace”, “no hay gente buena ni mala, solo gente con buena y mala suerte”. Este tipo de pensamientos puede llegar a manifestar quien cree que no importa la sinceridad o la honestidad. Solo quien llega a formarse una “conciencia recta” puede darse cuenta de las acciones buenas y malas en su vida, aunque a veces no es cuestión de conciencia, es cuestión de sentido común, pero a pesar de eso, el hombre termina por engañarse y hacer daño a los demás.
Por eso, Bartolomé, teniendo sinceridad en su corazón, logra aceptar a Jesús y reconocerlo como: <<Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel>>. Estando iluminado por esta luz de la verdad, Bartolomé no hace otra cosa que reconocer a Jesús como lo que era, la VERDAD con mayúscula. Sin embargo, ¿cuándo no terminamos por aceptar esa verdad? Cuando en nuestro corazón hay mentira, hay doble intención, hay engaño y traición; cuando no nos hemos ajustado del todo a la vida de Jesús, cuando llevamos una doble vida, ahí es cuando queremos que desaparezca esta verdad.
Por último, Jesús le va a decir a Bartolomé que por creer en Él y hacerse su discípulo: <<Les aseguro que veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre>>. Pidamos a San Bartolomé que nos enseñe a dejarnos instruir por Jesús, a ser fieles en nuestra vocación y a dejarnos iluminar por la luz de la verdad de Jesús para que podamos servir a Jesús en cada uno de nuestros hermanos.