¡Tú tienes que dar fruto!
No te resignes a ser del montón, lucha por ser diferente
Por: P. Mariano de Blas | Fuente: Catholic.net
Por: P. Mariano de Blas | Fuente: Catholic.net
El evangelio de los viñadores homicidas es punzante. Los flojos le caen mal a Dios; los zánganos que chupan y no producen son execrables. El árbol que no da fruto termina en el fuego convertido en leña.
¡Tú tienes que dar fruto! Te matas a ti mismo cuando, día a día, un omnipotente egoísmo prevalece como rey de tu vida. ¡Cuántos de los que escuchan son pámpanos y nada de uva! Prepárense para el hacha, y luego para el fuego.
Lástima de vidas jóvenes que a sí mismas se condenan a la hoguera. Tarde, demasiado tarde, lamentarán el haber convertido la primavera de la vida en gélido invierno.
No todos son así. Felicito a los que no se resignan a ser del montón, basura junto al camino; felicito a los que luchan por ser diferentes, los que van aferrados a un alto ideal. Hay muchos aquí, y no serán cortados, porque están destinados a producir abundante fruto. Les podará el buen jardinero para que produzcan más.
Ojalá que todos quisieran ser así, a través, quizás, de una inyección de vigor, de entusiasmo por vivir en plenitud.
Cristo quiere injertar en tus estériles ramas nueva savia de vida; déjate cortar las ramas estériles; déjate podar para dar fruto.
¡Tú tienes que dar fruto! Te matas a ti mismo cuando, día a día, un omnipotente egoísmo prevalece como rey de tu vida. ¡Cuántos de los que escuchan son pámpanos y nada de uva! Prepárense para el hacha, y luego para el fuego.
Lástima de vidas jóvenes que a sí mismas se condenan a la hoguera. Tarde, demasiado tarde, lamentarán el haber convertido la primavera de la vida en gélido invierno.
No todos son así. Felicito a los que no se resignan a ser del montón, basura junto al camino; felicito a los que luchan por ser diferentes, los que van aferrados a un alto ideal. Hay muchos aquí, y no serán cortados, porque están destinados a producir abundante fruto. Les podará el buen jardinero para que produzcan más.
Ojalá que todos quisieran ser así, a través, quizás, de una inyección de vigor, de entusiasmo por vivir en plenitud.
Cristo quiere injertar en tus estériles ramas nueva savia de vida; déjate cortar las ramas estériles; déjate podar para dar fruto.
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