Preocupados por salir en la foto: Comentario 20 de Junio del 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
Cuando leemos el
evangelio del día de hoy, lo primero que se nos puede ocurrir pensar es que
quién entiende a Jesús si es él mismo el que nos pide que seamos sal y luz del
mundo. Sobre todo luz, justamente cuando dice que: “procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que
viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el
cielo”.
Y hoy Jesús en el
evangelio nos dice que: “tengan cuidado
de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos:
de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre de ustedes que está
en el cielo”.
En este sentido, no es
que Jesús se contradiga, sino que lo que Jesús quiere decir es que no dejemos
de hacer el bien pero que cuidemos la intención con la que lo hacemos. Lo mismo
para orar y para ayunar. Es por eso que hoy, una vez más, Jesús nos hace una llamada
al realismo. Nos invita a dejar de lado la imagen, la apariencia, y a
centrarnos en la realidad. Lo importante no es que nos vean orando sino que
recemos de verdad. Lo importante no es que nos vean ayudando a los pobres, sino
que dediquemos parte de nuestro tiempo y recursos a ayudarlos, aunque no nos
vea nadie hacerlo. Lo importante no es que nos vean ayunando sino ayunar de
verdad de las injusticias y de todas las cosas malas que anidan a veces en
nuestro corazón. Dicho en palabras más actuales: lo importante no es salir en
la foto sino actuar en la realidad. Mas que salir en la foto debemos aspirar a ser lo que
somos y hacer el bien independientemente de que nos vean o no nos vean.
La discreción y la
modestia, que gusta admirar en otros, muchas veces resultan difíciles de vivir
o se consideran del todo ilógicas, porque el mundo está lleno de
contradicciones. Pero Cristo invita a ser hombres de una sola pieza, que se
preocupan por hacer el bien, no por ser pregoneros de las propias virtudes. La
vanidad acaba vaciando a la persona del bien que ha hecho. Tanto que a veces lo más importante no es lo que
hagamos o no hagamos sino que los demás lo vean o no lo vean.
Existe
un fuerte enemigo de la santidad que se llama Pelagianismo que consiste
precisamente en considerar que la santidad se puede alcanzar sólo desde el mero
esfuerzo humano. El
poder que los gnósticos atribuían a la inteligencia, algunos comenzaron a
atribuírselo a la voluntad humana, al esfuerzo personal. Así surgieron los
pelagianos y los semipelagianos. Ya no era la inteligencia lo que ocupaba el
lugar del misterio y de la gracia (como los gnósticos), sino la voluntad. Se olvidaba
que «todo depende no del querer o del correr, sino de la misericordia de Dios»
(Rm. 9,16) y que «él nos
amó primero» (1 Jn. 4,19).
Todavía hay cristianos que se empeñan en seguir
otro camino: el de la justificación por las propias fuerzas, el de la adoración
de la voluntad humana y de la propia capacidad, que se traduce en una
autocomplacencia egocéntrica y elitista privada del verdadero amor. Se
manifiesta en muchas actitudes aparentemente distintas: la obsesión por la ley,
la fascinación por mostrar conquistas sociales y políticas, la ostentación en
el cuidado de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, la
vanagloria ligada a la gestión de asuntos prácticos, el embeleso por las
dinámicas de autoayuda y de realización autorreferencial. En esto algunos
cristianos gastan sus energías y su tiempo, en lugar de dejarse llevar por el
Espíritu en el camino del amor, de apasionarse por comunicar la hermosura y la
alegría del Evangelio y de buscar a los perdidos en esas inmensas multitudes
sedientas de Cristo (Gaudete et Exultate).
Comentarios
Publicar un comentario