¿Pescamos o pecamos?: Comentario 06 de Abril del 2018

                                                      Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra, 
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles


Partimos de éste gran acontecimiento: Jesucristo ha resucitado. ¿Pero cómo ha de mostrar el cristiano que verdaderamente Jesucristo ha resucitado? Ya descubrimos días atrás que Jesús está presente, más vivo que nunca en la Sagrada Escritura, en el banquete de la Eucaristía, y en el amor fraterno de la comunidad. Se trata de que, el cristiano, alimentándose de la Palabra de Dios, de la Eucaristía y siendo capaz de donarse a la comunidad por amor, vaya dando testimonio de que Cristo está vivo en su propia persona.
Si el cristiano acude y se alimenta de estos tres “recursos” que ya mencionamos, será capaz de orientar su propia vida a obrar bien en favor de los demás y podrá mostrar al Cristo vivo y glorioso que lo motiva a vivir de esa manera. El cristiano, con su propia vida se tendrá que asegurar de que Jesús no vive solamente para sí, sino para toda la comunidad. Por eso, será un hombre dinámico, lleno de iniciativas, de propuestas, activo a la hora de vivir su fe. No se puede concebir a un Jesús resucitado viviendo en una persona donde esta tenga que tomar una actitud pasiva, indiferente, limitada, corta de visión, conformista. Por eso hoy el apóstol Pedro tendrá que tomar la iniciativa y decirles a sus demás compañeros que va a ir a pescar. Al escuchar a Pedro y al verlo que lo va a hacer, no les queda a los otros que hacer lo mismo y acompañarlo en esta gran tarea, que por lo que se ve no estaban en las mejores condiciones.
Se trata de eso, de ser capaces de convertirnos en cristianos activos, no tibios ni indiferentes, de poder comprender que estamos en misión, la misión de construir el Reino de Dios. La mejor manera de mostrar que Cristo esta vivo es a través de nuestras obras, de nuestro trabajo, de nuestro compromiso y servicio hecho con amor. Jesús quiere seguir realizando milagros a través de nosotros, pero hace falta que nosotros estemos disponibles a dejarnos iluminar por el Espíritu Santo. Cristianos dinámicos si, cristianos acomplejados no. Cuando alguien se decide a seguir y servir al Señor, no faltarán otros que también quieran hacer lo mismo, que quieran unirse a las obras buenas que tienen como fin crear la paz; como también seguramente no faltarán quienes se pongan en contra y tratarán de impedir o detener la obra del Señor. Por eso vamos a la misión, vamos a pescar hombres, a salvar almas para Cristo, o de lo contrario, ¿qué hacemos?, ¿pescamos o pecamos?
Pero no solamente hace falta ser cristianos llenos de iniciativas que confían más en sus propias capacidades o dones. Hace falta poner toda la confianza en el Señor, pero creer en el Señor también implica obedecerle, poner todo el esfuerzo personal y dejar que Jesucristo haga todo lo demás. Por eso, hoy notamos que Pedro y sus demás compañeros estando pescando por sus propia cuenta no lograron pescar nada, pero cuando Jesús les dice que echen las redes hacia el otro lado, es ahí cuando verdaderamente pueden pescar tanto que hasta las redes ya casi no las pueden cargar. Los cristianos que creemos que Jesús está vivo creemos en él, confiamos en él y le obedecemos a él, puesto que echamos perder el plan de Dios cuando terminamos haciendo lo que personalmente cada uno quiere, siente o piensa. Jesús se muestra victorioso cuando nos dejamos guiar por él, cuando sometemos nuestra voluntad a la suya. La obediencia al Señor trae la bendición y la vida, la desobediencia arrastra consigo el pecado y la muerte. Por eso Pedro y sus demás compañeros cuando le obedecieron a Jesús echando las redes hacia la otra orilla y vieron que habían hecho una pesca abundante, se dieron cuenta de que quien les estaba hablando era Jesús, e inmediatamente lo reconocieron como al Señor (“Es el Señor”). Solos por nuestra propia cuenta no hacemos nada. Se cumple aquello que dice el himno de la liturgia de las horas: “hartos de todo pero llenos de nada”. Precisamente cuando realizamos algún apostolado, obra social, misión o predicación por nuestra propia cuenta experimentamos luego el cansancio, el hastio, la debilidad, pero cuando lo dejamos en las manos del Señor aquello crece y tiene buenos resultados, se puede notar la abundancia de frutos que hasta nos llegamos a sorprender.
Hoy Jesús nos propone este camino de resurrección para nosotros también. Ser cristianos con iniciativas, activos, trabajadores; que confíen en el Señor obedeciéndole y que podamos recoger los peces que quiera regalarnos para luego compartir con la comunidad, pasar a comer con Jesús el banquete de la Eucaristía y el banquete del Reino de los cielos. Dejemos que Jesús viva en nosotros y siga mostrando su gloria.



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