Jesús está vivo, dejemos de llorar: Comentario 03 de Abril del 2018
Autor: Padre Manuel de Jesús de los Santos
Fuente: Misioneros Servidores de la Palabra,
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
Cuando no se vive profundamente la experiencia de la resurrección de Jesús, se ve la vida con melancolía, tristeza y desesperación. Se cae en la cuenta de que nada vale la pena, de que todo es gris sin la presencia vivificadora y liberadora de Jesús. Hoy notamos en el Evangelio, que María Magdalena se pone a llorar porque no encontró el cuerpo de Jesús en el sepulcro, pensó que se lo habían robado. A veces nos pasamos la vida llorando, a pesar de que decimos de que creemos en Jesús, porque dejamos que nos roben a Jesús del corazón, permitimos que algo o alguien más nos robe la alegría, el gozo y la paz. No dejemos que nos roben la dicha de creer en Jesús, que si perdemos la fe, perdemos la Alegría y perdemos también la esperanza y por eso es que sólo nos quejamos, nos lamentamos o lloramos. ¿Qué es lo que me roba la Alegría de Jesús?
Parroquia Santa Marìa de los Ángeles
Cuando no se vive profundamente la experiencia de la resurrección de Jesús, se ve la vida con melancolía, tristeza y desesperación. Se cae en la cuenta de que nada vale la pena, de que todo es gris sin la presencia vivificadora y liberadora de Jesús. Hoy notamos en el Evangelio, que María Magdalena se pone a llorar porque no encontró el cuerpo de Jesús en el sepulcro, pensó que se lo habían robado. A veces nos pasamos la vida llorando, a pesar de que decimos de que creemos en Jesús, porque dejamos que nos roben a Jesús del corazón, permitimos que algo o alguien más nos robe la alegría, el gozo y la paz. No dejemos que nos roben la dicha de creer en Jesús, que si perdemos la fe, perdemos la Alegría y perdemos también la esperanza y por eso es que sólo nos quejamos, nos lamentamos o lloramos. ¿Qué es lo que me roba la Alegría de Jesús?
Pero
Jesús nos busca, nos sale al encuentro nuevamente y nos llama por nuestro
nombre para que volvamos a ser nosotros mismos otra vez, nos devuelve la
tranquilada y la seguridad que habíamos perdido antes. Desde ahora, no es en el
sepulcro donde hay que buscar a Cristo resucitado, sino en el encuentro
personal, en el encuentro fraterno, en la familia, en la comunidad-Iglesia y en
la oración hecha comunitariamente. Jesús nos dice que no debemos llorar porque
contamos con una comunidad donde él vive, donde nos espera y donde nos abraza
para consolarnos.
No
es el cuerpo muerto el que hay que buscar, sino al que está resucitado y Jesús
nos enseña que debemos buscarlo en la comunidad. Por eso Jesús le dice a María
Magdalena que lo suelte cuando lo reconoce que es él con quien está hablando,
porque a Jesús de ahora en adelante habrá que reconocerlo en sus hermanos, en
la oración, en la fracción del pan, en la Sagrada Escritura, etc. Jesús vive en
la comunidad, y es a ella a quien María Magdalena tiene que ir a anunciar que
Jesús vive y que aún no ha subido al Padre, pero que se llegará el día en que
lo haga. Esta es la buena noticia que María Magdalena tuvo que llevar a los
discípulos de Jesús y a toda la demás comunidad.
Es
eso precisamente lo que nos pide Jesús en esta Pascua, que dejemos de llorar y
que anunciemos a Jesús vivo con nuestra vida, con nuestro sí a la vida y al
amor fraterno. Somos dichosos porque nos ha nombrado testigos de su gozo, la
más hermosa de las tareas, el más bendito de los oficios, la misión que debería
llenarnos a todas horas los ojos y el corazón de Alegría. Jesús, Dios y hombre
es la Alegría de nuestro corazón, ¿para qué seguir llorando cuando descubrimos
que tenemos una misión? Sí, la misión de ser testigos de su Gozo, testigos de
la Alegría. Si hemos de llorar que sea de felicidad entonces. Santa María de
los Ángeles, enséñanos a permanecer en la Alegría que viene de Dios.
Comentarios
Publicar un comentario