El Escapulario es un vestido
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El Papa Juan Pablo II ha enviado a los Carmelitas una carta con motivo de la celebración de los setecientos cincuenta años de la entrega del escapulario. Lo lleva "sobre el corazón" como expresión del amor que siente por María, y como reconocimiento de su protección continua. El Papa se dirige a los Carmelitas, es decir, a todos los que llevan el escapulario del Carmen.
El escapulario es un vestido, parte integrante de quien lo usa. Toda prenda que cubre el cuerpo es vestido. No hay cuerpo que no se vista. Puede vestirse bien o vestirse mal. Una prenda de vestir vieja, rota o sucia, lo que llamamos andrajo, es vestido también. El artista maneja belleza en cuanto toca. Hay cuerpos seductores por la simplicidad con que se visten. Ponen al descubierto hasta la elegancia de un andrajo. Vestirse es un arte, refinado además.
Hay gente que se viste con gusto. El vestido realza la figura, colma de simpatía, a veces de misterioso encanto. El hombre, la mujer bien vestida tiene porte señorial, casi figura angelical. El arte de vestir emociona, entusiasma, proporciona placer, felicidad. El vestido que cae bien comunica perfección, anticipo del paraíso. El vidente del Apocalipsis vio a una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y en la cabeza una corona de doce estrellas (12, 1). ¿Vestida del sol? ¿Vestida de Dios? ¿Una visión así no es ya el cielo en la tierra?
El escapulario es un vestido de inocencia virginal, si por inocente entendemos, no al que es infantil o ignorante, sino al que no hace daño ni destruye; y si virginal se refiere, no a algo sensual o sexual, sino a lo que es limpio, puro, transparente en cualquier orden de la existencia: palabra, pensamiento, mirada, sentimiento, deseo, acción. Apurando el significado, es posible decir que Dios, lejos de toda suspicacia, es inocencia virginal, absoluta perfección. La inocencia virginal es el vestido de Dios, de la cual participa el ser humano que transparenta a Dios. El vestido de Dios es Dios mismo.
Los poetas cantan lo indecible, como S. Juan de la Cruz: "Mil gracias derramando / pasó por estos sotos con presura / y yéndolos mirando / con sola su figura / vestidos los dejó de hermosura". Para el místico carmelita, la figura del Hijo deja vestidas de hermosura y dignidad todas las cosas al comunicarles el ser sobrenatural, que es la hermosura de Dios. En la encarnación y resurrección del Hijo, el Padre vuelve divinas las criaturas: "Miró Dios todas las cosas que había hecho, y eran muy buenas", es decir, vestidas de hermosura, muy hermosas.
Escapulario significa espalda, espaldas, en latín. Se refiere al vestido que cae sobre pecho y espalda. Indica bienestar, redondez, elegancia, plenitud. La mamá que viste a su hijo, lo completa, lo perfecciona, lo vuelve hermoso, divino. Fruto bendito de sus entrañas, vestirlo es darle el toque final de perfección. Según el Papa, el escapulario, devoción singular, se volvió "un tesoro para toda la Iglesia, por su sencillez, su valor antropológico y la relación con el papel de María en la humanidad".
El escapulario es vestido maternal, símbolo de protección divina: la Virgen del Carmen. Está en el pecho y el hogar de los colombianos; en las calles, las iglesias, los carros, las carreteras, los caminos y las montañas del país. Compromiso por construir una comunidad de amor, lejos de la codicia y los resentimientos con que nos violentamos y nos matamos.
El escapulario le recuerda al creyente la recomendación de S. Teresa de imitar a María y considerar "qué tal debe ser la grandeza de esta Señora y el bien de tenerla por Patrona" (Moradas 3, 1, 3). Quienes usan este vestido diminuto, se sienten acariciados por la ternura femenina de Dios en el cuerpo y en el alma. Unico requisito para ser felices.
AUTOR: P. Hernando Uribe Carvajal OCD
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