LA BATALLA FINAL
Dominus est
Llevamos mucho tiempo advirtiendo de que estamos en guerra contra el demonio, contra Satanás y sus infames ejércitos. Y la batalla final ha llegado y la estamos viviendo.
Por Guy Fawkeslein. Dominus Est. 7 de agosto de 2019.
A estas alturas, qué duda cabe que la lucha de las fuerzas del mal contra las del bien se ha recrudecido hasta límites insospechados. Quién nos iba a decir que el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia llegaría a ser el blanco de las últimas balas de la escopeta progresista que se ha instalado en el poder de la Iglesia.
Asistimos atónitos al cumplimiento de aquella profecía de Fátima que la vidente sor Lucia dos Santos comunicó al cardenal Caffara, de feliz memoria. Así lo refiere: «La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y de la familia. No teman porque cualquiera que actúe a favor de la santidad del matrimonio y de la familia siempre será combatido y enfrentado en todas las formas, porque esta es la cuestión fundamental. Sin embargo, Nuestra Señora ya ha aplastado su cabeza». Tremendas palabras si se toman en consideración.
Llevamos mucho tiempo advirtiendo de que estamos en guerra contra el demonio, contra Satanás y sus infames ejércitos. Y la batalla final ha llegado y la estamos viviendo. A poco que observemos la historia se darán cuenta los lectores que cada vez que un gobierno (de la índole que sea y de la forma que adquiriere) ha querido combatir a la Iglesia ha reclamado para sí el poder legislar sobre el matrimonio y la familia. Así la Francia revolucionaria hará su primera ley del divorcio en 1796, a la que seguirán las demás en los diversos países donde se van sucediendo los regímenes liberales.
Pero no nos vayamos tan lejos. En los últimos 50 años, tras el último concilio ecuménico, una catarata de ataques del poder civil a la familia y al matrimonio con pretensión de apropiarse de su legislación se ha precipitado inexorablemente hasta hoy: más leyes del divorcio, el matrimonio civil, matrimonios homosexuales, aborto, eliminación de ayudas a la maternidad, abandono de las familias numerosas, adoctrinamiento en las aulas escolares, leyes de género, etc. Podríamos decir, incluso, que todo ello se debe, en palabras del papa Benedicto XVI, reflexiones que refirió el papa Francisco a los obispos polacos en la última JMJ a puerta cerrada, a lo siguiente: «Quisiera concluir aquí con este aspecto, porque detrás de esto hay ideologías. En Europa, América, América Latina, África, en algunos países de Asia, hay verdaderas colonizaciones ideológicas. Y una de estas -lo digo claramente con “nombre y apellido”- es el gender. Hoy a los niños -a los niños- en la escuela se enseña esto: que cada uno puede elegir el sexo. ¿Por qué enseñan esto? Porque los libros son los de las personas y de las instituciones que dan el dinero. Son las colonizaciones ideológicas, sostenidas también por países muy influyentes. Y esto es terrible. Hablando, anota Francisco a continuación, con el papa Benedicto, que está bien y tiene un pensamiento claro, me decía: “Santidad, esta es la época del pecado contra Dios creador”. Es inteligente. Dios ha creado al hombre y a la mujer; Dios ha creado al mundo así, así, y nosotros estamos haciendo lo contrario. Dios nos dio un estado “inculto” para que nosotros lo transformáramos en cultura; y después, con esta cultura, hacemos cosas que nos devuelven al estado “inculto”. Lo que ha dicho el papa Benedicto tenemos que pensarlo: “Es la época del pecado contra Dios creador”. Esto nos ayudará».
Y en esas estamos. Las herejías siempre han girado en torno a la Trinidad o a la naturaleza divino-humana de Cristo (ss. I-V); sobre la presencia real de la Eucaristía (ss. XI-XV); la relación gracia-pecado-esfuerzo humano (ss. XVI-XVII); la reforma luterana en Alemania, etc. Pero jamás se cuestionó que Dios fuera el creador del mundo y la perfección de las criaturas eclipsada por los efectos del Pecado Original. Todos mantenían la verdad de fe del primer artículo del Credo, a menos que se quisiera negar pertinazmente por otros sectores de la ciencia y del pensamiento, pero no por herejía. Sin embargo, hoy la ideología de género o gender se alza soberbia contra aquella inmutable verdad y con gran empeño de corregir la naturaleza creada para manipularla y volverla contra Dios, que en definitiva y a la larga, es contra el hombre.
Hoy se niega el hecho biológico y natural de la sexualidad humana en aras a venderlo como un producto, o por mejor decir, una construcción cultural y social independientemente de lo que dictare la naturaleza. Nadie nace niño o niña sino que con el tiempo puede decidir si quiere ser niño o niña, o sentirse hoy niño y mañana niña. Hemos llegado a límites kafkianos en esta cuestión.
Y ante esta lluvia fuerte, que ayer fue chaparrón y mañana será monzón, hoy quieren quitarnos el único y mejor paraguas que puede arroparnos y, al menos, evitar que nos mojemos demasiado. ¿Hasta cuándo va a durar esta situación? Solo Dios lo sabe, pues Él en su divina providencia es el que permite que su esposa, la Iglesia, sea purificada de esta manera para, pronto, muy pronto, volver a resplandecer como reina soberana y bella ante el mundo. Y Aquí, señores lectores, vienen a la memoria aquellas inmortales palabras de san Pablo:
«Los sufrimientos de ahora no se pueden comparar con la gloria que un día se nos manifestará» (cf. Rom 8, 18.).
¡Mucho ánimo y a la lucha!
Guy Fawkeslein
*permitida su reproducción mencionando a DominusEstBlog.wordpress.com
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