Imitación de Cristo, Capítulo XVIII - Tomás de Kempis
(Todos los días se irán agregando uno o dos capítulos, para que la lectura pueda ser meditada despacio y con atención)
De los ejemplos de los santos padres
1. Considera bien los brillantes ejemplos de los Santos Padres, en quienes resplandece la verdadera perfección y religión y verás cuán poco o casi nada es lo que hacemos. ¿Qué es nuestra vida si la comparamos con la suya? Los Santos y amigos de Cristo sirvieron al Señor, en hambre y sed, en frío y desnudez, en trabajos y fatigas, en vigilias y ayunos, en oraciones y santas meditaciones, en persecuciones y muchos oprobios. (II ad Cor XI, 27) ¡Oh! ¡Cuántas y cuán graves tribulaciones padecieron los apóstoles, mártires, confesores, vírgenes y todos los demás que quisieron seguir las pisadas de Jesucristo! Pues en este mundo aborrecieron sus vidas para poseer sus almas en la eterna (Juan XII, 25)
2. ¡Oh! ¡Qué estrecha y abnegada vida hicieron los Santos Padres en el desierto! ¡Cuán largas y graves tentaciones padecieron! ¡Con qué frecuencia los atormentó el enemigo! ¡Qué continuas y fervientes oraciones ofrecieron a Dios! ¡Qué abstinencias tan rigurosas cumplieron! ¡Qué celo y fervor tan grandes tuvieron en su aprovechamiento espiritual! ¡Cuán varonilmente pelearon para vencer los vicios! ¡Con cuán pura y recta intención se unieron a Dios! De día trabajaban y por la noche se ocupaban en larga oración, a pesar de que aún durante el trabajo no interrumpían la oración mental.
3. Todo el tiempo empleaban bien; las horas les parecían cortas para vacar a Dios y era tan grande la dulzura de la contemplación, que hasta se olvidaban de la necesidad del mantenimiento corporal. Renunciaban a todas las riquezas, honras, dignidades, parientes y amigos; ninguna cosa querían poseer en el mundo; apenas tomaban lo necesario para poder vivir y les era enojoso atender a su cuerpo, aún en las cosas más necesarias. Así es que eran pobres en lo temporal, pero riquísimos en gracias y virtudes. En lo exterior eran muy necesitados, pero en lo interior les recreaba la gracia y sus divinas consolaciones.
4. Para el mundo eran extranjeros, más para Dios eran tenidos como familiares y amigos suyos. Teníanse a sí mismo en nada, y eran despreciados del mundo; pero en los ojos de Dios eran muy preciosos y amados. Permanecían en verdadera humildad; vivían en sencilla obediencia; eran pacientes y caritativos y por eso adelantaban cotidianamente en las vías del espíritu y alcanzaban mucha gracia delante de Dios. Fueron puestos como modelos a todos los religiosos y más nos debe mover su ejemplo para aprovechar en el bien, que no el mal vivir de los tibios para hacernos relajados.
5. ¡Oh! ¡Cuán grande fue el fervor de todos los religiosos al principio de su fundación! ¡Oh!¡Cuánta su devoción en la oración! ¡Qué emulación en la práctica de la virtud! ¡Qué excelente disciplina floreció! ¡Cuánta reverencia y obediencia al Superior hubo en todas las cosas! Aún hoy día, las señales que quedaron, dan testimonio de que fueron verdaderamente hombres santos y perfectos, que peleando valientemente, vencieron al mundo. Pero ahora ya se tiene por muy perfecto a aquel que no falta a la regla, y a quien sabe sufrir con paciencia lo que aceptó voluntariamente.
6. ¡Oh, cuán tibios y negligentes somos, pues tan presto decaemos del fervor primero y es tal nuestra flojedad y tibieza que hasta nos es molesto el vivir. Ojalá que al menos tú, que has visto tan hermosos ejemplos de personas devotas, no descuides ni amortigües en ti el deseo de aprovecha en las virtudes.
Comentarios
Publicar un comentario