Estamos ya para terminar un año que el Señor nos ha concedido por su infinita bondad, y a punto de comenzar otro nuevo año que la Misericordia de Dios nos regalará. Y es el tiempo de hacer como un balance de lo que ha sido este tiempo pasado, y de hacer propósitos para el nuevo año que, Dios mediante, viviremos.
Tenemos que hacer propósitos firmes de mejorar, de ser santos, porque según dicen “el piso del infierno está sembrado de buenos propósitos”. Porque efectivamente muchísimos de los que allí padecen eternamente, hicieron muy buenos propósitos en vida, con la intención de mejorar, de ser buenos, de evitar aquella ocasión de pecado, de dejar de lado esa amistad peligrosa, de dejar de ir a aquellas reuniones, etc., pero nunca los pudieron cumplir, y ahora son eternamente desgraciados, desdichados para siempre.
Nosotros tenemos la ventaja de que todavía estamos vivos, todavía estamos en el tiempo, y Dios nos está dando una nueva oportunidad con este año que vamos a comenzar. No seamos insensatos sino hagamos buenos propósitos de cambiar, de convertirnos, de ser buenos, de ser santos, y pongamos los medios para llevarlos a la práctica sin tardanza.
No hablamos, por supuesto, de aquellos que hacen malos propósitos de cómo engañarán mejor al prójimo en este año que comenzará, o en qué forma pueden defraudar a los hermanos. Éstos ya se están aparejando un lugar en el Infierno.
Pero si hacemos buenos propósitos, como el Señor quiere que los hagamos, entonces pongamos la mejor voluntad para llevarlos a la práctica, pidiendo ayuda a Dios para poder cumplirlos, por medio de la oración, pues sin la ayuda de Dios, nosotros solos no podremos levantarnos del pecado y comenzar a ser buenos.
Recordemos que para un cristiano no rige el dicho mundano de: “El tiempo es oro”, sino más bien este otro de: “El tiempo es gloria”. Pues así es para nosotros, porque cada segundo vivido en este mundo es un tesoro que nos puede acarrear mucha gloria. ¡Qué lástima que malgastemos tan groseramente el tiempo que Dios nos regala! Llegará el día y la hora en que querremos tener más tiempo, un año más, un día más, una hora más, y no se nos concederá.
Pensemos en estas cosas, que somos peregrinos en este mundo y que vamos camino a la eternidad, y que vale la pena tratar de cumplir los buenos propósitos que hagamos inspirados por Dios, porque tenemos una única vida y no hay otras vidas.
¡Qué locura sería para nosotros el perder para siempre la Felicidad sin fin del Cielo, por seguir un placer miserable y fugaz, por seguir un capricho!
santisimavirgen.com.ar
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