Aumentad el sistema Inmunológico del Espíritu


Tener a Dios como el Centro de nuestra Vida. (Creación)


Por: Margarita Gonzalez | Fuente: Catholic.Net 



Jesús dice:
Es necesario ante una enfermedad peligrosa, antes que aumentar el sistema inmunológico del cuerpo, pensar en el sistema inmunológico del alma.
Invertís grandes sumas de dinero y esfuerzo personal en mejorar  el sistema inmunológico del cuerpo por medio de dietas que los sacan de su rutina y rompen la armonía que debe reinar en los hogares, en el matrimonio, y los lanza a emprender dietas que demandan mucho esfuerzo y dinero y también mucho tiempo que estaría mejor empleado dedicándolo a Dios, a los hijos, a la esposa (o).
Esos esfuerzos mejor oriéntenlos hacia los demás, el dinero que se pudiera invertir en esas dietas costosas, mejor dedíquenlo a ayudar a los necesitados, a hacer el bien.  En lugar de tristezas, llenar el hogar de alegría, de paz, de bien, teniendo a Dios siempre como el Centro de todas vuestras vidas.
Dediquen un tiempo a visitar enfermos que requieran de vuestra visita para alegrarse, a ancianos, a huérfanos.  Obren el bien, y sientan la satisfacción que el bien obrado nos da.  La satisfacción nos produce felicidad por el hecho mismo de hacer el bien, y esa felicidad aumenta el sistema inmunológico del alma.
Continuad vuestra vida diaria, su rutina, vivid alegres dando gracias a Dios por el Don de la Vida, que lo que tenga que ocurrir, ocurrirá, y ¿qué mejor estar en manos de  Dios para cualquier evento?
Recordemos siempre el gran Amor de  Dios que siempre está con los suyos y con la tranquilidad y confianza que un bebé está en los brazos de su Padre, así también pónganse en las Manos de Dios Misericordioso y Amoroso.
Que ésta enfermedad que os aflige sea motivo de santificación y esperanza en Dios  Confiad en Él que nada ocurre en que Él no obre sacando de un mal un bien mayor.
Poned a Dios siempre en vuestro corazón para llevarlo a través de vuestros actos y obras.
Dios nunca abandona a los suyos.  ¡CONFIAD!.
¡El amor de Dios es Maravilloso!
El Amor de Dios.  Meditemos en él.
Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo.
Tres Personas Divinas, Un solo Dios verdadero.
Y Dios Padre nos ama tanto pero de una manera que no alcanzamos a comprender, porque es Amor Inmenso, Infinito, que nos creó para ser felices.
Y cuando el hombre no encontraba el rumbo, el rumbo de Dios, Él venía en nuestro auxilio y a través de la Historia de la Salvación, podemos ir comprobando cuánto nos ha amado y nos ama. 
De diferentes formas nos ha querido mostrar Su Amor.  Una de las más maravillosas formas es en la Creación.  Nosotros hemos perdido la capacidad de asombro ante las maravillas con que Dios se hace presente en la naturaleza.
Nos hemos acostumbrado tanto a ver el cielo estrellado, que preferimos ver la televisión.
Nos hemos acostumbrado tanto a ver las flores, que en un estado de ánimo muy especial, es cuando exclamamos, ¡Gracias, Señor, gracias por la belleza de las flores, gracias por sus colores que alegran el corazón, gracias por sus perfumes que alegran el alma!, ¡Cuán grande eres, Señor!
Y nos hemos acostumbrado tanto al canto de las aves, que ya casi ni reparamos en que cada vez son menos las manadas de pájaros cantores.
Y los árboles que refrescan y dan sombra.  Casi nos los hemos acabado.
Y los ríos de aguas cantarinas, que límpidas y suaves nos invitaban a meter los pies en ellas, ya no están.
Y así, podría seguir enumerando con cuanta indiferencia pasamos por la vida, sin reparar en el gran regalo de Amor que es, para, junto con Dios, alegrarnos de estar vivos y apreciar la naturaleza, viendo en cada cosa, el gran Amor de Dios.
Y nos sigue amando.
Bendito sea Dios por su inmenso Amor.
Tanto, que cuando el pueblo judío estaba en cautiverio, el mismo Dios Padre tomó el asunto en Sus Manos.
Y les dio las Tablas de la Ley, y el pueblo judío se asustaba de Su Presencia y le pide a Moisés que sea Él quien platique con Dios. Ex. 20, 18-26
¡Bendita presencia del Padre, que de día los guía en forma de nube, hecha columna, y de noche en forma de columna de Luz!.

El Dios Altísimo, presente entre el pueblo, acepta manifestarse a Moisés y Aarón para hacer saber Su Voluntad.
Y les da Regalos de Vida, los mandamientos, para su propia seguridad, la del pueblo.  Para su felicidad, notan solo en la tierra, sino para la eternidad.
Y así, el Amor Misericordioso y Espléndido del Padre sigue al pendiente de todos.
Y en todos los pueblos se da el conocimiento del Dios Único y Verdadero y lo siguen por diferentes caminos.  Pero Dios es el mismo.
Y viendo que su pueblo, Israel, no acaba de comprender Su Presencia y Su Amor, nos envía a Su Hijo, su Único Hijo.
Dios sabe que el hombre, a pesar de los milagros y hechos prodigiosos que constantemente nos da, no acaba de comprender, y así, nos envía a Su Hijo.
Y por obra del Amor Inmenso del Espíritu Santo, que quiere nuestro bien, se encarna en el seno purísimo de la Santísima Virgen María.
Y así, el hombre podrá platicar y estar en la presencia visible de Dios.
Dios se hace hombre para, siendo como nosotros en la humanidad, más no en el pecado, poder platicarnos de ese Amor tan Grande con que nos ama Dios.
Y Dios hombre, Jesús, nuestro Señor, trata de hacernos comprender este gran Amor por el que existimos.
Y abaja Su Sabiduría hasta hablarnos con parábolas, para hacernos más comprensible este gran Amor, y así, también nosotros, en vez temerle, como antaño, le amemos, le respetemos, le honremos y le demos gracias.
Y Dios es un Padre de Amor.  Tanto, que no duda, aunque con mucho dolor de su parte, en darnos a Su Hijo para que, cual Cordero Pascual, tome sobre sí nuestros pecados y así darnos Redención. 
¿Y no es maravilloso que el que ama tanto se sienta feliz de saberse también amado?...
Y Jesús nos enseña a amar a Dios Padre, y a llamarle “Padre nuestro”
¿Y no merece este Padre tan amoroso todo nuestro respeto y amor?....
Él, que respeta tanto nuestras decisiones, sobre todo la de creer y amarle a Él o no.
Nuestro libre albedrío, merece nuestro más profundo respeto. 
Y así, amándole y respetándole, haremos vida sus enseñanzas, su sabiduría de Amor.
Esa que Jesús vino a enseñarnos.
Y así, nuestra transformación hacia lo mejor, hacia Dios, es solo consecuencia.  Ya no es medio para llegar a Él, es solo consecuencia de ese amor privilegiado que nos tiene, que Jesús nos enseña y nos pide vivir.
Y después de todo esto, ¿no es lo más lógico, pensando con la cabeza decir: “Gracias Padre, gracias por todo Tu Amor?...
Y dejando que esta gratitud brote de la cabeza, del pensamiento, permitamos que, por la acción maravillosa del Espíritu Santo, nuestro corazón entone la más bella melodía o salmo de gratitud y de Amor a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo, que no escatiman medios para lograr nuestra felicidad y  nuestro bienestar.
Eternamente te sean dadas gracias Padre amadísimo por tu inmenso amor y por nuestro Señor, Jesús.
Eternamente te sean dadas gracias, Jesús mío por tu inmenso Amor, por tu encarnación para que aprendiéramos y comprendiéramos cuánto valemos a los ojos y al corazón de Dios Padre.  Y por Tu redención que obraste en bien nuestro.  Para nuestra Salvación. 
Eternamente te san dadas gracias Espíritu Santo, por tu inmenso amor.  Por dejarnos conocer la voluntad de Dios en nuestro corazón.   Por desear conocer más a Dios Padre y a Jesús, Su Hijo.  Para amarles y servirles como se merecen.
Eternamente te sean dadas Gracias, santísima Trinidad por vuestro Amor.
Y a ti, Madre amada, que te haces Puerta del Cielo y Causa de nuestra Alegría, (especialmente la mía), Honor y Gloria y Amor por toda la eternidad.

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