Imitación de Cristo, Capítulo XXV - Tomás de Kempis
(Todos los días se irán agregando uno o dos capítulos, para que la lectura pueda ser meditada despacio y con atención)
De la fervorosa enmienda de toda nuestra vida
Hermano mio, vela con diligencia en el servicio de Dios, y piensa muy continuo a qué viniste y por qué dejaste el mundo: por ventura no despreciarste el mundo para vivir a Dios y ser hombre espiritual? Corre pues con fervor a la perfección, que presto recibirás el galardón de tus trabajos, y no habrá de ahí en delante temor y dolor en tus términos. Ahora trabajarás un poco y hallarás después gran descanso y aún perpetua gloria. Si permaneces fiel y diligente en el servir, sin duda será Dios fidelísimo y riquísimo en pagar.
Debes tener buena esperanza que alcanzarás victoria; más no conviene tener seguridad, porque no te aflojes, ni y ensoberbezcas. Cómo uno estuviese confinado y turbado, y entre a esperanza y temor dudase muchas veces; una vez cargado de angustia arrojóse ante un altar, y revolviendo en su pensamiento, dijo: Oh, sí supiese que había de perseverar! y luego oyó de dentro. de la divina respuesta, que dijo: qué harías si eso supieses? Haz ahora lo que entonces harías, y serás bien seguro Y en este punto consolador y confortado se ofreció a la divina voluntad, le cesó la congoja y turbación y no quiso más escudriñar curiosamente para saber lo que le había de suceder; más estudio con mucho cuidado inquirir qué fuese la voluntad de Dios agradable y perfecta, para comenzar y perfeccionar toda buena obra. El profeta dice: espera en el Señor y haz bondad, y mora el la tierra y serás aparentando en sus riquezas.
Una cosa detiene a muchos del fervor de su aprovechamiento; el espanto de la dificultad, o el trabajo de la batalla. Ciertamente aquellos aprovechan en virtudes principalmente, que ponen todas sus fuerzas para vencer las cosas que más graves y contrarias les son; porque allí aprovecha el hombre más y alcanza mayor gracia donde más se vende y mortifica en el espíritu. Más no tienen todos iguales los contrarios, ni cuales fuerzas para vencer mi mortificarse. Más el diligente remediarlo más fuerte será para la perfección, aunque tenga muchas pasiones, que el bien acondicionado, sí pone poco aliento a las virtudes.
Dos cosas ayudan especialmente para mucho enmendarse. La una desviarse con esfuerzo de aquello a que le inclina la naturaleza viciosamente; y la otra, trabajar con fervor por la virtud que más le falta. Estudia también vencer y evitar lo que más te desagrada en los otros. Mira que te aproveches donde quiera; sí vieres u oyeres buenas obras, te avives a imitarlas. Más guárdate si vieres alguna cosa digna de reprehensión, que no lo hagas. Y si alguna vez la hiciste, enmiéndalo presto. Así como tú miras la otros, así otros te miran a ti. Oh, cuán alegre y dulce es ver los cristianos devotos y fervientes, bien condicionados y bien criados! cuán triste y grave verlos desordenados y que no hacen aquello a que son llamados! Oh, cuán dañoso es ser negligente en el propósito del llamamiento divino, y ocuparse en lo que no les mandan! Acuérdate del propósito que tomaste y ponte delante del Crucifijo; que mucha razón tendrás de avergonzarte mirando la vida de Jesucristo, porque no estudiaste de conformarte más a El, aunque haya muchos años que estás en el camino del Señor Dios.
El cristiano que se ejercita y medita devotamente en la vida y pasión santísima del Señor, halla allí todo lo útil y necesario para sí cumplidamente, y no hay necesidad que busque algo mejor fuera de Jesucristo. Oh sí viniese a nuestro corazón Jesucristo crucificado, cuán presto y cuán de verdad seríamos enseñados! El obediente solícito todo o que le mandan acepta y lleva muy bien. El negligente y perezoso tiene tribulación sobre tribulación, y de cada parte está angustiado,porque carece de la consolación interior y no le dejan buscar la exterior.
El cristiano que está y vive descuidado, cerca está de caer gravemente. El que busca el vivir más ancho y descuidado, siempre estará en angustia; por lo que uno y lo otro le descontentará. Dime: cómo viven tanta multitud de religiosos que están encerrados en la observancia? Salen pocas veces, viven apartados, comen pobremente, visten groseramente, trabajan mucho, hablan poco, velan largo tiempo, madrugan presto, tienen largas horas, leen continuo y guárdanse en toda honestidad. Mira los de la Cartuja, los del Císter y los monjes y monjas de todas las religiones, cómo se levantan cada noche a maitines. Por eso cosa torpe sería que tú emperezases en obra tan santa,donde tanta multitud de religiosos comienza a alabar a Dios.
Oh sí nunca hubiésemos de hacer otra cosa sino alabar a Dios con todo el corazón y con la boca! Oh, si nunca comiésemos ni durmiésemos; más siempre pudiésemos tener el ánima ocupada en Dios! Mucho más dulce sería que servir a las necesidades de la carne. Pluguiese a Dios que no tuviésemos todas estas necesidades, más solamente las refecciones espirituales, las cuales gustamos muy tarde
Cuando el hombre viene a tiempo que no busca su consolación en alguna criaturas, entonces le comienza a saber bien Dios, y conténtase también de todo lo que sucede. Entonces no sé alegra en lo mucho ni se entristece por lo poco; más pónese entera y fielmente en Dios, el cual lo es todo en todas las cosas; al cual ninguna cosa perece ni muere, más todas las cosas viven y le sirven sin tardanza. Acuérdate siempre del fin,y que el tiempo perdido jamás torna.
Nunca alcanzarás la virtud sin cuidado y diligencia. Si comienzas a ser tibio, comenzará a irte mal, más si te sientes a la devoción, hallarás gran paz y sentirás el trabajo muy ligero por la gracia de Dios y por el amor a la virtud. El hombre que tiene fervor y diligencia a todo será aparejado. Mayor trabajo es resistir a los vicios y pasiones, que andar en todos los trabajos corporales. El que no evita los pequeños defectos, poco a poco cae en los grandes. Gozarte has siempre en la noche, sí gastares bien el día. Vela sobre ti, despierta a ti, amonéstate a ti; sea de los otros lo que fuere, no te olvides a ti: tanto aprovecharás cuanto más fuerza te hicieres.
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