Imitación de Cristo, Capítulo XXI - Tomás de Kempis
(Todos los días se irán agregando uno o dos capítulos, para que la lectura pueda ser meditada despacio y con atención)
Cap´ıtulo XXI
Del remordimiento del coraz´on.
Si quieres aprovechar algo, cons´ervate en el temor de Dios,
y no quieras ser muy libre, mas refrena todos tus sentidos, y
no te des a vana alegr´ıa. Date al remordimiento del coraz´on, y
hallar´as devoci´on. La compunci´on descubre muchos bienes, que
la soltura suele perder en breve. Maravilla es que el hombre
se pueda alegrar perfectamente en esta vida, considerando su
destierro, y pensando los peligros de su ´anima.
Por la liviandad del coraz´on, y por el descuido de nuestros
defectos, no sentimos los dolores de nuestra ´anima. Mas muchas
veces re´ımos cuando deber´ıamos llorar. No es buena la alegr´ıa,
ni verdadera libertad, sino en temor de Dios con buena conciencia. Bienaventurado aquel que puede desviarse de todo estorbo,
y puede recogerse a la uni´on de la santa compunci´on. Bienaventurado el que puede renunciar toda cosa que puede amancillar o agravar su conciencia. Pelea como var´on; que una costumbre
vence a otra.
Si t´u sabes dejar los hombres, ellos te dejar´an hacer tus hechos. No te ocupes en cosas ajenas, ni te entremetas en las causas
de los mayores. Mira primero por t´ı, y amon´estate a t´ı m´as especialmente que a todos cuantos quieres bien. Si no eres favorecido
de hombres, no te entristezcas. Mas una cosa te sea grave, que
no tienes el cuidado de mirar por t´ı, como conviene a devoto
siervo de Dios. Muy ´util y seguro es muchas veces que el hombre
no tenga en esta vida muchas consolaciones, mayormente seg´un
la carne.
Mas no sentir o gustar las divinas, nuestra es la culpa, que no
buscamos la contrici´on del coraz´on, ni desechamos del todo las
vanas consolaciones. Con´ocete por indigno de la divina consolaci´on, y muy merecedor de tribulaciones. Cuando el hombre tiene
perfecta contrici´on, luego le parece grave y amargo todo el mundo. El buen hombre siempre de continuo halla raz´on para dolerse
y llorar. Porque ahora se mire a s´ı, ahora piense en su pr´ojimo,
sabe que ninguno vive sin tribulaci´on en este siglo. Y cuanto
m´as de verdad se mira, tanto m´as halla de qu´e dolerse. materia
de entra˜nable dolor son nuestros pecados, en que estamos tan
ca´ıdos, que pocas veces podemos contemplar lo celestial.
Si de continuo pensases m´as en tu muerte que en largo vivir, no hay duda sino que te enmendar´ıas con mayor fervor. Si
pusieses tambi´en ante tu coraz´on las penas del infierno u del purgatorio, creo yo que muy de gana sufrir´ıas cualquier trabajo y
dolor, y no temer´ıas ninguna aspereza. Mas como estas cosas no
pasan al coraz´on, y (lo que pero es) a´un amamos las blanduras,
por eso nos quedamos muy fr´ıos y perezosos. Muchas veces por
falta de esp´ıritu se cansa el cuerpo miserable tan presto. Ruega
pues con humildad al Se˜nor, que te d´e esp´ıritu de contrici´on;
y di con el profeta 14: H´artame, Se˜nor, del pan de l´agrimas, y dame a beber l´agrimas en medida.
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