Cómo practicar el silencio en tu rutina diaria
Aleteia
No hace falta retirarse a un monasterio o a un bosque. Trucos para dejar espacios de meditación en el día a día
Hace tres años tuve la oportunidad de ir a un retiro silencioso de 24 horas y experimentar la belleza y la calma de la soledad y el silencio prolongados. Estaba tranquila, me sentí más conectada conmigo misma y con Dios, y volví a la rutina diaria con un ánimo distinto. En las semanas siguientes, tuve más energía para estar presente para mis seres queridos.
El silencio nos permite pasar tiempo con nosotros mismos; nos permite espacio para que nuestros pensamientos crezcan en creatividad y para conectarnos con nuestras emociones.
El silencio nos ayuda a reducir la velocidad y reconocer lo que sucede internamente, en lugar de responder continuamente a la estimulación externa. Nos da un descanso de la entrada constante de información que se produce en nuestro ritmo de vida actual.
Los beneficios del silencio y la contemplación
La investigación muestra que las prácticas contemplativas tienen varios beneficios. Un estudio demostró que tales prácticas aumentan una percepción precisa de la frecuencia cardíaca, lo que mejora la capacidad de identificar el propio estado emocional.
Cuando podemos hacer una pausa en silencio, podemos controlar nuestro cuerpo y nuestras emociones, lo que nos ayuda a cuidarnos mejor, así como a aumentar la conciencia de lo que aportamos a nuestras relaciones.
Otro estudio mostró que la práctica contemplativa regular tiene múltiples impactos positivos en nuestro cerebro. Puede mejorar la memoria de trabajo, la función de retener información a corto plazo, como recordar instrucciones, o en qué estaba trabajando antes de que lo interrumpieran.
También se ha demostrado que aumenta el “filtro verbal” y la capacidad para mantenernos concentrados en nuestras metas. También ayuda a la regulación emocional, permitiéndonos sentir emociones sin sentirnos abrumados por ellas.
Practicar el silencio en un mundo ruidoso
A muchos de nosotros nos sería difícil identificar un momento en nuestro día en el que experimentamos más de un par de minutos de silencio.
Cuando no estamos hablando con los demás, llenamos nuestro espacio sónico con diferentes tipos de medios, y con la llegada de los podcasts, siempre podemos tener algo a mano que escuchar.
Para algunos de nosotros, la ausencia de sonido es casi insoportable, ya que nos sentimos obligados automáticamente a encender el televisor o la radio.
Otros de nosotros anhelamos el silencio, pero parece que huya de nosotros. Tenemos días llenos, llenos de niños ruidosos o compañeros de trabajo conversadores.
Tenemos personas en nuestra vida que necesitan nuestra presencia, y el tiempo para uno mismo no parece encajar en nuestro ritmo de vida.
Incluso teniendo el tiempo y la oportunidad, nos sentimos como si no tuviéramos derecho a dedicarnos un tiempo de quietud si tenemos tareas pendientes por delante.
Sin embargo, hay momentos a lo largo del día que pueden dedicarse al silencio si sabes estar atento a ellos.
Si estás en casa, puedes dedicar los primeros 15 minutos de la siesta a estar sencillamente en silencio. Si trabajas, puedes dejar el celular en la mesa y salir a caminar en la hora del almuerzo, sin interrupciones. Tómate cinco minutos durante el día para sencillamente mirar por la ventana.
Las prácticas de silencio no tienen por qué ser siempre a una hora fija. Si regularmente llevas auriculares al gimnasio, plantéate dejarlos en casa una vez a la semana y prestar atención a lo que sucede dentro de ti, incluidos los pensamientos y las emociones.
Puedes dedicarte a caminar lentamente un rato al día, como por ejemplo desde el automóvil hasta el edificio de la oficina, o tomar un momento para notar tu propio cuerpo y tus propios sentimientos, antes de empezar el día.
O si estás en tu hogar, busca una parte tranquila de su casa en la que puedas sentarte sin interrupción entre 2 y 10 minutos, sin hacer nada más.
Se puede empezar simplemente por apagar los aparatos electrónicos.Una vez a la semana, vuelvo a casa del trabajo y preparo la cena mientras el resto de mi familia está fuera.
Antes escuchaba un podcast, pero un día hice una práctica de cocinar en silencio, permitiendo que la quietud de la casa dejara espacio para mi propio ser, pensamientos y emociones.
Al principio, el silencio era incómodo, porque me sentía aburrida y abrumada por mis propios pensamientos. Sin embargo, una de las claves del silencio es reconocer que, como la mayoría de las cosas que son buenas para nosotros, es difícil al principio, pero se vuelve más fácil con el tiempo.
Otra idea es manejar el automóvil sin la radio encendida.
Configurar un temporizador puede ser una buena manera de permitirte dedicarte unos minutos sin estar continuamente mirando el reloj.
Aunque lo idea es pasar al menos 20 minutos en silencio, pues produce muchos beneficios, simplemente con empezar dedicando entre dos y cinco minutos puede tener un impacto profundo en tu estado de ánimo y conciencia, especialmente si lo practicas durante todo el día.
Si pensamos en prácticas contemplativas solo en términos de visitar un monasterio por un día, nunca tendremos tiempo para practicar el silencio.
Sin embargo, incluso los más ocupados de nosotros pueden tomar pequeños períodos de silencio y decidir tomarse un breve descanso del ajetreo de la vida.
Se trata de dedicar el tiempo que ya gastamos en otras cosas (manejar, caminar, lavar los platos) y hacerlo en silencio. Sencillo, pero funciona.
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